viernes, 1 de septiembre de 2017



Meditación

La invitación de san Pablo no puede ser más objetiva y clara: lo que Dios quiere es que seamos santos. Si bien en este pasaje propone a la comunidad de Tesalónica algunas ideas y áreas en las que hay que trabajar continuamente como son la castidad, el control de sí mismo, el trato a los demás y la caridad, recordemos que el ser santos no es otra cosa que vivir de acuerdo al Evangelio.

Es cierto que no es fácil, sobre todo en algunas áreas de nuestra vida; sin embargo, contamos con la ayuda del Espíritu que, actuando desde dentro, va sanando y fortaleciendo nuestra voluntad para que la vida de Dios se haga una realidad en nosotros.

Si el apóstol insiste en el área de la pureza sexual y de la relación entre esposos es porque es un área que se ve continuamente amenazada por el pecado (más en nuestros días). Busca agradar a Dios con toda tu vida, él te dará la gracia y la fuerza para vivir lejos del pecado y así llevar una vida de paz y gozo interior.

Oración

Espíritu Santo, santifícame, llévame a la comunión plena con mi Señor y Dios; que cada día pueda ir asemejándome más a él, y muriendo a mi hombre viejo dominado por sus impulsos e impurezas.

Acción

Hoy revisaré mis pensamientos y aquellos que sean impuros los presentaré al Señor, y le pediré que me ayude a quitarlos; además planearé cómo sacarlos de mi mente.

El Evangelio de Hoy


Reflexión

Una de las cosas para las que poco nos preparan y poco nos preparamos nosotros mismos es para la muerte.

Se nos olvida con facilidad que la vida presente es sólo transitoria, y que la definitiva, empezará el día en que el Señor nos llame a participar del banquete celeste. Por ello, este pasaje nos invita a considerar que un día el Señor vendrá (día que se identifica esencialmente con nuestra muerte), y en ese momento ya no podremos hacer nada. Ya no nos valdrá tocar a la puerta, pues si no estamos listos la encontraremos cerrada.

Jesús termina el pasaje diciendo: "estén preparados, pues no saben ni el día ni la hora". Si hoy fuera el último día de tu vida en la tierra, ¿estás preparado? ¿Está la lámpara del Evangelio encendida en tu corazón? ¿El aceite del amor es abundante en tu vida de manera que si el Señor tarda, tendrás suficiente para salir al encuentro con él?

La vida es hermosa, pero es mucho más, cuando pensamos que un día, ésta se transformará en gozo y felicidad eterna. Vivámosla con alegría, vivámosla siempre preparados.


Shalom!

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