Primera
Lectura
Meditación
¿Qué
imagen tenemos de Dios? ¿Terrible, alejado, justiciero? Si así pensamos, tal
vez nunca lleguemos a comprender su amor y su misericordia, ni a conocer sus
caminos. Es necesario derribar esos falsos prejuicios para descubrir al
auténtico Dios de Jesucristo. Si no lo hacemos, la vida pierde sentido y la
muerte se vuelve un “infierno”. Primero, porque no sabemos para qué estamos en
el mundo, ni qué misión tenemos, y, segundo, porque el tiempo pasa, la
existencia se agota y todo se acaba con la muerte. Sólo la fe nos saca de ese
mundo fatalista y nos renueva la esperanza de saber que siempre, y en todo
momento, se puede hacer algo por la vida, por el mundo, por los demás.
EL
EVANGELIO DEL DÍA
¿Vas
a tenerme rencor porque yo soy bueno?
Reflexión
En el Reino de Dios, lo decisivo como es la
salvación no funciona con los criterios de este mundo. Así lo da a entender la
parábola de hoy. Pues desde la justicia humana, quien más trabaja tiene derecho
a ganar más, por el tiempo empleado y el desgaste realizado. Eso sería lo
lógico. Pero desde la bondad de Dios es diferente. Si miramos el contexto, la
crítica de la parábola está dirigida contra la mentalidad legalista y puritana
de los controladores de la ley de pureza y santidad que, por creerse los “más
justos”, tienen el derecho exclusivo para determinar cómo y cuándo nos llega la
salvación, y quiénes son los primeros en alcanzarla; y es también un mensaje de
esperanza para aquellos que, en su búsqueda de la verdad, encuentran al Señor
en la última hora y, por su respuesta generosa, reciben la “misma” paga: la
salvación.
¿Soy capaz de dejar de mirar con envidia a
los demás y agradecer diariamente a Dios por los talentos que me ha dado?
Oración: Señor, quiero trabajar, desgastarme
por ti, poner todo lo que soy a tu servicio. Ilumíname para saber cómo y dónde
servirte.
Amén.
Shalom!
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