miércoles, 13 de septiembre de 2017

EL EVANGELIO DEL DÍA

Primera Lectura

Meditación

Uno de los factores que atrasan completamente nuestra vida espiritual y que nos impiden llegar a disfrutar la vida del Reino, la auténtica vida en el Espíritu, es una falta de decisión, que yo le llamo radicalidad. Nos gusta demasiado el pecado y no queremos tomar la decisión terminante de dejar atrás nuestros viejos hábitos, lugares, palabras, compañías.

Cuán cierta es la expresión de Jesús en el Evangelio: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo y tome su cruz”. Ser cristiano no es cosa fácil, es para gente decidida, para la gente que quiere tomar el reto de ser del Señor y para esto, como nos lo dice hoy san Pablo, hay que darle muerte al hombre viejo. Esto no es otra cosa que dejar atrás todo aquello que pueda ser ocasión de pecado. Jesús con claridad nos lo dice en el Evangelio cuando afirma: “Si tu ojo, tu mano o tu pie te es ocasión de pecado, arráncalo y tíralo lejos de ti”.

Con esto nos habla de radicalidad, de radicalidad que puede ser tremendamente dolorosa, sin embargo, si no arrancamos y erradicamos todo aquello que nos lleva al pecado, si no tomamos la decisión de ser totalmente de Jesús y nos lanzamos al vacío para depositarnos en sus brazos, será muy difícil que nuestra vida alcance la plenitud. Nuestra oración es el bastión de apoyo, pero necesita de tu decisión. Decídete hoy, Jesús tiene una vida maravillosa para ti.

Oración

Señor Dios, concédenos ser dóciles al llamado de Cristo para que, abandonando todo lo que nos aleja de ti, podamos ser merecedores de la gracia de tu reino eterno

Acción

Elegiré un área de mi vida en la que quiero trabajar para ser más fiel al llamado de Jesús.

EL EVANGELIO DEL DIA

Reflexión

San Lucas resume en este apartado de su evangelio el sermón de las bienaventuranzas. Es importante darnos cuenta que los criterios de Jesús son diametralmente opuestos a los que ordinariamente tiene el mundo.

Sólo por poner un ejemplo: el hombre de hoy quiere estar siempre satisfecho, pasársela bien, y piensa que en ésto está su felicidad. La experiencia nos dice que esta "saciedad" nunca se da, incluso que, en la medida que más "tiene", que mejor se la pasa, cada vez se siente más vacío. Conocí a un hombre tan miserable, pero tan miserable, que lo único que tenía era dinero.

Sólo cuando el hombre tiene hambre de lo infinito es cuando puede ser verdaderamente saciado. Revisemos hoy nuestros valores. ¿En cuál de las categorías que nos propone Jesús estamos?


Shalom!

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