jueves, 21 de septiembre de 2017

EL EVANGELIO DEL DÍA

Primera Lectura

Meditación

Un pasaje sumamente rico el que nos propone hoy la lectura. En él podemos destacar algunos elementos para nuestra reflexión diaria. Primero, el hecho de vivir una vida totalmente cristiana, la cual debe ser auténtica, mostrando a los demás las características esenciales de nuestra fe: la caridad y el perdón (que en su mínima expresión se ha de traducir por “comprensión”, e incluso soportar por amor al hermano). Esto es posible porque hemos sido fortalecidos con el Espíritu Santo, Señor y dador de la vida que realiza en nosotros la presencia continua de Dios.

Finalmente nos presenta cómo la gracia actúa de diferente manera en cada uno pero con una sola finalidad: que todos alcancemos "la estatura del varón perfecto que es Cristo", es decir, la santidad. Llama la atención que el leccionario traduce la palabra (hagioi en griego) que significa “santos” por “fieles”, pues no se trata solo de ser fieles, que es fundamental, sino de ser Santos, ya que esta es la medida de Cristo y es lo que él nos invitó a vivir: “Sean santos como mi Padre es Santo”.

Todos los dones que Dios ha dado a los pastores y a todos los miembros de la Iglesia tienen como única finalidad que todos podamos alcanzar la santidad. Pongamos, pues, nuestros dones al servicio de los demás y ayudémonos unos a otros a alcanzar la perfección en Cristo.

Oración

Señor, te doy gracias por la realidad en la que me encuentro, ya que tu gracia me injerta en la Iglesia, tu cuerpo místico, para desarrollar una misión importantísima: de llegar y hacer llegar a los demás a la plenitud de Cristo, varón perfecto y santo.

Acción

Hoy revisaré si estoy cumpliendo con mi tarea en la construcción del cuerpo de Cristo en mi familia o comunidad.

EL EVANGELIO DEL DÍA

Reflexión

Si el Evangelio no ha penetrado los medios más difíciles de nuestra sociedad, pudiera ser porque en muchos hermanos aún permanece la conciencia farisaica de no juntarse con los pecadores, con aquellos a los que, por sus múltiples pecados, son considerados indignos de Dios.

Este pasaje, y en general todo el evangelio, nos muestra que precisamente éstos son el objeto de la evangelización. Ciertamente que no es fácil esta tarea, pues exige de parte del evangelizador una conciencia pura y una espiritualidad centrada en Dios, de tal manera que pueda ser luz en las tinieblas. De otra manera, las tinieblas pueden opacar, e incluso, apagar su luz. Por otro lado, Jesús, nos invita a recibir con gran amor y misericordia a aquellos que, a pesar de sus limitaciones en la conversión, están buscando llevar una mejor relación con Dios.

Recordemos que la conversión es un proceso y un camino; hay algunos hermanos que van más adelante y otros más atrás. Recuerda que si tú eres de los que van adelante, no eres mejor que el que va atrás, y que con la medida (misericordia) que midas, con esa misma serás medido. Abre tu corazón a los pobres, a los pecadores, de la misma manera que a los que están buscando amar más a Dios, pero que se debaten aún en el pecado.


Shalom!

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