Primera
Lectura
Meditación
El
rencor y la ira son pasiones humanas propias del pecado, que llevan a la
venganza, y la venganza es una cosa que abomina al Señor. En cambio el perdón y
la misericordia son actos propios de aquel que ama a Dios, que ama a su prójimo
y que guarda los mandamientos. La Sabiduría nos invita a practicar la
misericordia –porque con ello imitamos a Dios– y el perdón –porque el que sabe
perdonar, se aproxima entrañablemente a la grandeza de Dios. Así lo da a
entender Pablo, cuando dice que vivimos y morimos para el Señor, que en todo
somos para el Señor; es decir, que así como Cristo murió y resucitó por nuestra
salvación, el cristiano tiene que afrontar un reto: “desvivirse” por los demás,
no sólo como solidaridad, sino como “donación” absoluta.
EL
EVANGELIO DEL DIA
Reflexión
Cuando Jesús hace énfasis en “setenta veces
siete”, lo hace para resaltar que no hay que contar las veces que se ha de
perdonar. Dios, desde luego, no lo hace. Él se compadece ante la súplica de sus
hijos con una misericordia sin límites, que perdona hasta el infinito. No pasa
lo mismo con nosotros, que somos despiadados y duros de corazón. Somos
comprensivos con nosotros mismos, y así queremos y así exigimos que sea Dios
con nosotros, pero no hacemos lo mismo con los hermanos. Por eso, la famosa
frase “perdono, pero no olvido”, no es ni divino ni evangélico. Es, por el
contrario, el empobrecimiento más grande del corazón y del alma humana.
Jesús nos dice: “No juzgues y no serás
juzgado, no condenes y no serás condenado. Perdona y serás perdonado”.
Oración: Señor Jesús, ayúdame a reconocer y a
pedir perdón con un corazón humilde. Dame la gracia de perdonar a los demás
como tú me perdonaste a mí.
Amén.
Shalom!
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