Primera
Lectura
Meditación
Dos
elementos centrales e indisociables de la vida cristiana son, como lo menciona
hoy san Pablo: la fe en Cristo y el amor a los hermanos. Y es que creer en
Cristo significa creer que él habita en cada uno de los bautizados, de manera
que lo que hacemos por alguno de nuestros hermanos, sobre todo cuando están en
necesidad, lo estamos haciendo por el mismo Jesús.
Es
por ello que el cristiano no puede pasar desapercibido, su fe se hace
manifiesta porque siempre está atento a las necesidades de los demás, podríamos
decir que es el hombre "de la caridad"; que siempre tiene una palabra
de aliento para los demás, que siempre tiene una sonrisa y que refleja en sus
ojos el amor de Dios.
Una
persona así no puede ser confundida, como el árbol que por sus frutos se
reconoce. Es necesario que nuestra fe se haga manifiesta en nuestros centros de
trabajo y de estudio, en nuestro barrio, pero sobre todo en nuestras familias.
No pierdas hoy esta oportunidad y ejercítate en la caridad.
Oración
Señor,
dame tu gracia y enséñame a ser sensible a lo que ocurre a mi alrededor,
ayúdame a no ser una persona distraída ni abstraída de las realidades en torno
a mí. Te pido que me uses y me conviertas en una persona solícita e interesada
en los demás; que pueda descubrirte en cada una de las personas con las que
convivo.
Acción
Hoy
prestaré especial atención a todo aquello que, en el día a día, me pasa
desapercibido, y al darme cuenta voy a tener una actitud de caridad y apoyo
hacia los demás.
EL
EVANGELIO DEL DIA
Reflexión
Una
de las actitudes fundamentales de Jesús, y que, sobre todo san Lucas, no se
cansa de resaltar, es su gran misericordia que lo lleva a estar disponible para
los demás. Para él, no hay un momento determinado para sanar, para atender a
los que lo buscan. Todo su tiempo le pertenece a los demás, para quienes él ha
sido enviado.
Se
ha hecho disponible para todos y todos han encontrado en él alivio y consuelo.
En nuestro mundo agitado, es fundamental el recobrar esta actitud de Jesús,
sobre todo, para los de nuestra propia casa. Es cierto que muchas veces estamos
cansados, pero qué importante es estar siempre disponible para los hijos, para
el esposo o la esposa, para nuestros padres.
La
falta de disponibilidad causa serias lesiones en la relación de la familia, lo
que va, poco a poco, provocando la indiferencia y la dispersión. Quizás,
valdría la pena hoy reflexionar sobre nuestra disponibilidad y pensar ¿qué tan
dispuesto estoy para dar una mano (escuchar, acompañar, servir) a los que se
acercan a mí, sobre todo, a los de mi propia familia? Recuerda que servir es
amar.
Shalom!
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