miércoles, 6 de septiembre de 2017

Primera Lectura

Meditación

Dos elementos centrales e indisociables de la vida cristiana son, como lo menciona hoy san Pablo: la fe en Cristo y el amor a los hermanos. Y es que creer en Cristo significa creer que él habita en cada uno de los bautizados, de manera que lo que hacemos por alguno de nuestros hermanos, sobre todo cuando están en necesidad, lo estamos haciendo por el mismo Jesús.

Es por ello que el cristiano no puede pasar desapercibido, su fe se hace manifiesta porque siempre está atento a las necesidades de los demás, podríamos decir que es el hombre "de la caridad"; que siempre tiene una palabra de aliento para los demás, que siempre tiene una sonrisa y que refleja en sus ojos el amor de Dios.

Una persona así no puede ser confundida, como el árbol que por sus frutos se reconoce. Es necesario que nuestra fe se haga manifiesta en nuestros centros de trabajo y de estudio, en nuestro barrio, pero sobre todo en nuestras familias. No pierdas hoy esta oportunidad y ejercítate en la caridad.

Oración

Señor, dame tu gracia y enséñame a ser sensible a lo que ocurre a mi alrededor, ayúdame a no ser una persona distraída ni abstraída de las realidades en torno a mí. Te pido que me uses y me conviertas en una persona solícita e interesada en los demás; que pueda descubrirte en cada una de las personas con las que convivo.

Acción

Hoy prestaré especial atención a todo aquello que, en el día a día, me pasa desapercibido, y al darme cuenta voy a tener una actitud de caridad y apoyo hacia los demás.

EL EVANGELIO DEL DIA

Reflexión

Una de las actitudes fundamentales de Jesús, y que, sobre todo san Lucas, no se cansa de resaltar, es su gran misericordia que lo lleva a estar disponible para los demás. Para él, no hay un momento determinado para sanar, para atender a los que lo buscan. Todo su tiempo le pertenece a los demás, para quienes él ha sido enviado.

Se ha hecho disponible para todos y todos han encontrado en él alivio y consuelo. En nuestro mundo agitado, es fundamental el recobrar esta actitud de Jesús, sobre todo, para los de nuestra propia casa. Es cierto que muchas veces estamos cansados, pero qué importante es estar siempre disponible para los hijos, para el esposo o la esposa, para nuestros padres.

La falta de disponibilidad causa serias lesiones en la relación de la familia, lo que va, poco a poco, provocando la indiferencia y la dispersión. Quizás, valdría la pena hoy reflexionar sobre nuestra disponibilidad y pensar ¿qué tan dispuesto estoy para dar una mano (escuchar, acompañar, servir) a los que se acercan a mí, sobre todo, a los de mi propia familia? Recuerda que servir es amar.


Shalom!

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