Meditación
Una
de las experiencias que más nos llena de temor es la de la muerte, sobre todo
porque nuestra vista lo único que alcanza a ver es el cuerpo sin vida, inerte
de nuestros difuntos. Sin embargo, esta no es la realidad que Dios está viendo,
pues para él todos estamos vivos. La primera comunidad se sentía defraudada en
cuanto a lo que ya se había predicado, pues pensaban que los únicos que
participarían del Reino "que serían llevados al cielo", eran los que
estuvieran vivos cuando llegara el Señor.
Por
eso san Pablo les explica que eso no será así, sino que todos los que hayamos
muerto en Cristo, también tendremos la vida incorruptible. Esta es la gran
esperanza cristiana, el saber que nuestra vida en el mundo es sólo un tránsito
hacia la vida definitiva que tendremos y que gozaremos en el cielo.
Por
ello, aunque nuestra vista ve el cuerpo de nuestros hermanos sin vida, esto
sólo es para nosotros, pues en el misterio de Dios, en su tiempo, para él todos
viven y la muerte, como la conocemos nosotros, es sólo la puerta que se abre
para darnos paso a la eternidad en Cristo. Por ello, vale la pena vivir unidos
al Señor, para que en el momento de nuestra muerte se abra también para nosotros
la puerta que nos lleve directamente a los brazos de nuestro amado Padre.
¡Ánimo! Caminemos con alegría hacia el Cielo.
Oración
Señor,
te pido que me concedas vivir en ti mientras paso por este mundo, pero mi mayor
anhelo es vivir eternamente en tu presencia, disfrutar de tu abrazo y amor sin
final; enséñame a vivir en tu Reino desde este tiempo para que, cuando llegue
el día de mi último aliento, sólo sea un cambio hacia la plenitud y la
eternidad.
Acción
Hoy
pediré por mis seres queridos que ya murieron, especialmente por aquellos que
al morir no estaban en amistad con Dios; pediré a Él su misericordia para con
ellos.
EL EVANGELIO DEL DÍA
Reflexión
Indudablemente,
el lugar más difícil para dar testimonio es nuestra propia casa, nuestro propio
ambiente; sin embargo, no por ello debemos dejar de hacer nuestro mejor
esfuerzo para que Jesús sea conocido, ya que el día de nuestro bautismo se
cumplieron para nosotros las mismas palabras del profeta, pues hemos sido
llenos del Espíritu Santo.
Cada
cristiano es enviado a proclamar la libertad a los cautivos, a los que viven
presos del pecado y del egoísmo; a dar la vista a los ciegos, a los que no se
dan cuenta de lo hermoso que es vivir en gracia en este mundo maravilloso que
Dios creó para nosotros; a liberar a los oprimidos por la angustia y la
desesperación que causa el materialismo y a proclamar el año de gracia del
Señor, es decir, un tiempo propicio para regresar a Dios.
Que
el Señor nos conceda la gracia y el valor de ser profetas en nuestros propios
ambientes.
Shalom!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario