sábado, 2 de septiembre de 2017

EL EVANGELIO DEL DIA

MEDITACIÓN

Reconocer la maravillosa obra de Dios en nuestra vida, fruto de su amor infinito y misericordioso, se convierte en poderosa herramienta para afrontar las dificultades y poner por obra el verdadero amor fraternal tanto en las relaciones familiares como en el entorno comunitario. Para hacer realidad esto es necesario, dice Pablo, que evitemos a toda costa las actitudes negativas como la crítica y la intromisión, que destruyen la paz, así como la negligencia y la desidia, que impiden trabajar por la unidad de la comunidad. Hay que dejarnos “instruir” por Dios y poner a funcionar todas nuestras capacidades.

EL EVANGELIO DEL DIA

Reflexión

Encontrar buenas razones para no trabajar puede resultar fácil, pero al final las consecuencias, como en este caso, pueden ser catastróficas, sobre todo, cuando se refiere a trabajar en la construcción del Reino.

Viendo una sociedad en la cual el Evangelio no es, ni en mucho ni en poco, la regla de vida, viene a nuestra mente el pensar: ¿Qué ha pasado? ¿Por qué después de más de dos mil años desde que se inició la construcción del Reino vivimos todavía en un mundo sin Reino? La respuesta es simple: No han habido suficientes personas que se interesen en ello. Todo se lo dejamos a los sacerdotes, a los Pastores, a los religiosos y esperamos sentados a que todo en el mundo cambie. Recordemos que la responsabilidad que Jesús nos encargó es la de "anunciar el Evangelio" y esto, como claramente lo han expresado todos los santos Padres y los sumos Pontífices, es una responsabilidad que compete a todos.

A cada uno de nosotros, Dios nos ha dado una serie de talentos, de dones para que su Palabra sea conocida. Cierto que puede ser que a unos más y a otros menos, pero aun el que menos ha recibido tiene, como mínimo, su vida, que ha de ser testimonio e invitación para que otros sigan el camino de Jesucristo. A éstos, a los que creen que no tienen nada, a los que sólo les ha dado un carisma, esos son los que deben preocuparse y ponerlo a trabajar, pues en la hora en que regrese Jesús no habrá excusas, sólo resultados.

Pon al servicio del Señor, al servicio del Evangelio, tus bienes, tus dones, todo lo que has recibido de él, para que puedas oír de Jesús: "Te felicito siervo bueno y fiel, entra a tomar parte en la alegría de tu Señor".


Shalom!

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