Reconocer la maravillosa obra de Dios en nuestra vida, fruto de su amor infinito y misericordioso, se convierte en poderosa herramienta para afrontar las dificultades y poner por obra el verdadero amor fraternal tanto en las relaciones familiares como en el entorno comunitario. Para hacer realidad esto es necesario, dice Pablo, que evitemos a toda costa las actitudes negativas como la crítica y la intromisión, que destruyen la paz, así como la negligencia y la desidia, que impiden trabajar por la unidad de la comunidad. Hay que dejarnos “instruir” por Dios y poner a funcionar todas nuestras capacidades.
EL EVANGELIO DEL DIA
Reflexión
Encontrar
buenas razones para no trabajar puede resultar fácil, pero al final las
consecuencias, como en este caso, pueden ser catastróficas, sobre todo, cuando
se refiere a trabajar en la construcción del Reino.
Viendo
una sociedad en la cual el Evangelio no es, ni en mucho ni en poco, la regla de
vida, viene a nuestra mente el pensar: ¿Qué ha pasado? ¿Por qué después de más
de dos mil años desde que se inició la construcción del Reino vivimos todavía
en un mundo sin Reino? La respuesta es simple: No han habido suficientes
personas que se interesen en ello. Todo se lo dejamos a los sacerdotes, a los
Pastores, a los religiosos y esperamos sentados a que todo en el mundo cambie.
Recordemos que la responsabilidad que Jesús nos encargó es la de "anunciar
el Evangelio" y esto, como claramente lo han expresado todos los santos
Padres y los sumos Pontífices, es una responsabilidad que compete a todos.
A
cada uno de nosotros, Dios nos ha dado una serie de talentos, de dones para que
su Palabra sea conocida. Cierto que puede ser que a unos más y a otros menos,
pero aun el que menos ha recibido tiene, como mínimo, su vida, que ha de ser
testimonio e invitación para que otros sigan el camino de Jesucristo. A éstos,
a los que creen que no tienen nada, a los que sólo les ha dado un carisma, esos
son los que deben preocuparse y ponerlo a trabajar, pues en la hora en que
regrese Jesús no habrá excusas, sólo resultados.
Pon
al servicio del Señor, al servicio del Evangelio, tus bienes, tus dones, todo
lo que has recibido de él, para que puedas oír de Jesús: "Te felicito
siervo bueno y fiel, entra a tomar parte en la alegría de tu Señor".
Shalom!
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