domingo, 8 de abril de 2018

Evangelio del Día




“¡Dichosos los que no han visto y han creído!”

PRIMERA LECTURA

Tenían un solo corazón y una sola alma.

De los Hechos de los Apóstoles 4, 32-35
La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía. Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
 
Del salmo 117
R/. “La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
• Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. / Diga la casa de Aarón: “Su misericordia es eterna”. / Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”. R/. 

• Querían a empujones derribarme, / pero Dios me ayudó. / El Señor es mi fuerza y mi alegría, / en el Señor está mi salvación. 
R/.

• La piedra que desecharon los constructores, / es ahora la piedra angular. / Esto es obra de la mano del Señor, / es un milagro patente. / Éste es el día del triunfo del Señor, / día de júbilo y de gozo. 
R/.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 5, 1-6

Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Aquel que da el ser, ama también al que ha nacido de El.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.
Y ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe; porque. ¿quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Este es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo.
No sólo con agua, sino con agua y con sangre: y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios

EVANGELIO DEL DIA

Ocho días después, se les apareció Jesús.

Del Evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
Palabra del Señor.


Reflexión
Alegría y paz
No les resultaba fácil a los discípulos expresar lo que están viviendo: Jesús ha resucitado y está de nuevo con ellos. Su Espíritu impulsa a la comunidad a llevar una nueva vida marcada por la fraternidad. La fe los vuelve valientes, disipa sus dudas, y la esperanza llena sus corazones. El mandamiento del amor es su única ley, pues ya no son esclavos sino “hijos” de un mismo Padre. Todos experimentan lo mismo: una gran paz y una alegría incontenible. Es tan fuerte esta experiencia, que se puede decir, sin exagerar, que de esta paz y esta alegría nació la fuerza evangelizadora de los seguidores de Jesús.
¿Dónde está hoy esa alegría en una Iglesia, a veces tan cansada, tan seria, tan poco dada a la sonrisa, con tan poco humor y humildad para reconocer, sin problemas, sus errores y limitaciones? ¿Dónde está esa paz en una Iglesia tan llena de miedos, tan obsesionada en la ortodoxia, buscando casi su propia defensa antes que la felicidad de la gente? Hasta cuándo podrá seguir defendiendo sus doctrinas de manera tan monótona y aburrida, si, al mismo tiempo,  no experimenta la alegría de “vivir en Cristo”? ¿A quién atraerá esta fe si, a veces, no puede ya aparentar que vive de ella? Si no vivimos del Resucitado, ¿quién va a llenar nuestro corazón, dónde se va a alimentar nuestra alegría? Y si falta la alegría que brota de Él, ¿quién va a comunicar algo “nuevo y bueno” a quienes dudan?


¿Qué elementos obstaculizan mi proceso vivencial de fe en Cristo resucitado?

ORACION: Padre santo, que fortalecidos con el Espíritu Santo demos testimonio de Jesús en nuestra vida; no permitas que la duda o la incredulidad debilite nuestra fe. Amén.
 Shalom!



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