martes, 10 de abril de 2018

Evangelio del Día


Oración de la Mañana
Señor, en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz,
sabiduría y fuerza.
Hoy quiero mirar el mundo
con ojos llenos de amor;
ser paciente, comprensivo,
humilde, suave y bueno.
Ver detrás de las apariencias a tus hijos,
como los ves Tú mismo,
para, así, poder apreciar
la bondad de cada uno.
Cierra mis oídos a toda murmuración,
guarda mi lengua de toda maledicencia,
que solo los pensamientos que bendigan
permanezcan en mí.
Quiero ser tan bien intencionado y justo
que todos los que se acerquen a mí,
sientan tu presencia.
Revísteme de tu bondad, Señor,
y haz que durante este día,
yo te refleje.

Amén.


“No te extrañes de que te haya dicho: Tienen que renacer de lo alto.”

PRIMERA LECTURA

Tenían un solo corazón y una sola alma.

De los Hechos de los Apóstoles 4, 32-37
La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.
Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, las vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
José, levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que significa hábil para exhortar), tenía un campo; lo vendió y puso el dinero a disposición de los apóstoles.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 

Del salmo 92
R/. “El Señor es un rey magnífico. Aleluya.”
• Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. / Estás revestido de poder y majestad. / Tú mantienes el orbe y no vacila. / Eres eterno, y para siempre está firme tu trono. R/.

• Muy dignas de confianza son tus leyes / y desde hoy y para siempre, Señor, / la santidad adorna tu templo. 
R/.

EVANGELIO DEL DIA

Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo.

Del Evangelio según san Juan 3, 7b-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “No te extrañes de que te haya dicho: ‘Tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu”. Nicodemo le preguntó entonces: “¿Cómo puede ser esto?”.
Jesús le respondió: “Tú eres maestro de Israel, ¿y no sabes esto? Yo te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán si les hablo de las celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El ideal de comunidad
Desde el inicio de la evangelización, las comunidades cristianas comprendieron que la fe no era un asunto meramente “espiritual”, pues seguir al Resucitado implicaba replantearse todos los aspectos de la vida a la luz de las causas por las cuales había sido rechazado hasta la muerte: fraternidad (servicio/caridad) e inclusión (igualdad). La fraternidad no consistía simplemente en sentirse miembros de una misma comunidad, sino en “entregar” los bienes y la vida misma para que todos puedan vivir con dignidad. La inclusión, por su parte, demandaba superar las barreras de clase, credo, raza, género y así poder convivir como verdaderos hermanos. Ése era –y sigue siendo– el ideal de la comunidad cristiana. ¿Es eso lo que vivimos y expresamos en nuestras comunidades?
Los ejemplos de Ananías y Safira (Hch 5, 1-11) nos muestran con claridad lo que nos puede pasar si no entendemos bien el verdadero sentido de la Pascua, que es tiempo de morir al pecado (egoísmo) y nacer a una vida nueva (solidaridad), la vida de la gracia. Sólo la fe en Cristo, levantado en la cruz por nuestra salvación, nos da la posibilidad de nacer a esa vida nueva. ¿Cuál es el requisito? Renacer de lo alto, es decir, creer en la Palabra de Dios, dar testimonio de fe, dejarse guiar por el Espíritu y comprometerse en la construcción de una sociedad nueva, marcada por el amor.

¿Qué actitud debe tomar un cristiano ante el actual sistema socio-comunitario?

Oración: Señor Jesús, ayúdame a redescubrir la vocación que he recibido en el bautismo y dame la fortaleza para ser un auténtico testigo de tu resurrección. Amén.
Shalom!



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