jueves, 19 de abril de 2018

Evangelio del Día



Oración de la Mañana

Señor, en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz,
sabiduría y fuerza.

Hoy quiero mirar el mundo
con ojos llenos de amor;
ser paciente, comprensivo,
humilde, suave y bueno.

Ver detrás de las apariencias a tus hijos,
como los ves Tú mismo,
para, así, poder apreciar
la bondad de cada uno.

Cierra mis oídos a toda murmuración,
guarda mi lengua de toda maledicencia,
que solo los pensamientos que bendigan
permanezcan en mí.

Quiero ser tan bien intencionado y justo
que todos los que se acerquen a mí,
sientan tu presencia.

Revísteme de tu bondad, Señor,
y haz que durante este día,
yo te refleje.
Amén.


PRIMERA LECTURA

Aquí hay agua. ¿Hay alguna dificultad para que me bautices?

De los Hechos de los Apóstoles 8, 26-40 
En aquellos días, un ángel del Señor le dijo a Felipe: “Levántate y toma el camino del sur, que va de Jerusalén a Gaza y que es poco transitado”. Felipe se puso en camino. Y sucedió que un etíope, alto funcionario de Candaces, reina de Etiopía, y administrador de sus tesoros, que había venido a Jerusalén para adorar a Dios, regresaba en su carro, leyendo al profeta Isaías.
Entonces el Espíritu le dijo a Felipe: “Acércate y camina junto a ese carro”. Corrió Felipe, y oyendo que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó: “¿Entiendes lo que estás leyendo?”. Él le contestó: “¿Cómo voy a entenderlo, si nadie me lo explica?”. Entonces invitó a Felipe a subir y a sentarse junto a Él.
El pasaje de la Escritura que estaba leyendo, era éste: “Como oveja fue llevado a la muerte; cordero que no se queja frente al que lo trasquila, así él no abrió la boca. En su humillación no se le hizo justicia. ¿Quién podrá hablar de su descendencia, puesto que su vida ha sido arrancada de la tierra?”.
El etíope le preguntó a Felipe: “Dime, por favor: ¿de quién dice esto el profeta, de sí mismo o de otro?”. Felipe comenzó a hablarle y partiendo de aquel pasaje, le anunció el Evangelio de Jesús. Siguieron adelante, llegaron a un sitio donde había agua y dijo el etíope: “Aquí hay agua. ¿Hay alguna dificultad para que me bautices?”. Felipe le contestó: “Ninguna, si crees de todo corazón”. Respondió el etíope: “Creo que Jesús es el Hijo de Dios”. Mandó parar el carro, bajaron los dos al agua y Felipe lo bautizó.
Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El etíope ya no lo vio más y prosiguió su viaje, lleno de alegría. En cuanto a Felipe, se encontró en la ciudad de Azoto y evangelizaba los poblados que encontraba a su paso, hasta que llegó a Cesárea.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 65
R/. “Tu salvación, Señor, es para todos. Aleluya.
• Naciones, bendigan a nuestro Dios, / hagan resonar sus alabanzas, / porque Él nos ha devuelto la vida / y no dejó que tropezaran nuestros pies. R/.

• Cuantos temen a Dios, vengan y escuchen, / y les diré lo que ha hecho por mí; / a Él dirigí mis oraciones / y mi lengua le cantó alabanzas. R/.

• Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica, / ni me retiró su gracia. R/.

EVANGELIO DEL DIA

Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo.

Del Evangelio según san Juan 6, 44-51 
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de Él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.
Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Éste es el pan que ha bajado del cielo para que, quien  lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”.
Palabra del Señor.

Reflexión
De camino a la vida
En la primera lectura, el pasaje que nos propone la Escritura hoy, nos ayuda a darnos cuenta de cómo podemos anunciar a Jesús desde cualquier situación o acontecimiento.

Hemos visto cómo Felipe, "partiendo de aquel pasaje, le anunció el Evangelio de Jesús" al etíope. Si te fijas a lo largo de nuestro día, tendríamos muchas oportunidades de hablar de Jesús, de nuestra experiencia espiritual, de lo diferente que es la vida en Cristo. Y no nos referimos a esa insistencia pertinaz que muchas veces termina por molestar e incluso, por "vacunar" a los que conviven con nosotros.

Nos referimos a esa oportunidad que surge a propósito de que dimos gracias a la hora de comer, que tenemos nuestra Biblia sobre el escritorio, que llevamos la Biblia bajo el brazo, que hemos recibido una promoción por nuestro trabajo. Oportunidades sí hay, necesitamos empezar a perder el miedo y dejar que Jesús se transparente en nosotros y nos utilice, como hizo con Felipe, para extender su amor a los demás.

Oración
Llena, Señor, todos mis espacios de ti, que en cada cosa que haga sea fácil descubrirte; que mi vida sea visiblemente tuya. Y así, Dios mío, dame también el valor para que, cuando a partir de esas acciones diarias me pregunten sobre ti, yo pueda dar un buen testimonio de tu amor y de tu salvación. Hazme, Señor, un instrumento útil para ti.

Compromiso
Este día revisaré las cosas que hago diariamente y me aseguraré de que en cada una de ellas haya algo que dé testimonio de mi fe.

En el Evangelio de Hoy, la fe es la luz que ilumina el camino para apreciar la grandeza de los bienes espirituales: “El que cree en mí, tiene vida eterna”. Cuando se asume este camino de encuentro con Dios, entonces la vida humana adquiere su máximo esplendor. La garantía para permanecer firmes y sin vacilaciones es recibir a Cristo como el alimento que perdura: “El que coma de este pan vivirá para siempre”. Seguir a Cristo es una tarea de permanente creatividad y crecimiento humano y espiritual. En cambio, practicar una fe estática o marcada por la rutina contradice la vida de Dios. Pues, como dice san Agustín: “Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar, te enseña a que hagas cuanto puedes, y a que pidas lo que no puedes”.
¿Soy consciente del sentido y las implicaciones de mi consagración bautismal? ¿Cómo estoy viviendo y testimoniando esa consagración?

Oración: Señor Jesús: que has querido quedarte en el Pan de la Palabra para nutrirnos y hacernos discípulos de Dios, permítenos corresponder a esta gracia. Amén.
Shalom!


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