viernes, 6 de abril de 2018

Evangelio del Día



“Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”

PRIMERA LECTURA

Fuera de Jesús no hay salvación.

De los Hechos de los Apóstoles 4, 1-12
En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que había escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían abrazado la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: “¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?”.
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos: puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro”.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
 
Del salmo 117
R/. “La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya”.
• Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, / porque tu misericordia es eterna. / Diga la casa de Israel: / “Su misericordia es eterna”. / Digan los que temen al Señor: / “Su misericordia es eterna”. R/. 

• La piedra que desecharon los constructores, / es ahora la piedra angular. / Esto es obra de la mano del Señor, / es un milagro patente. / Éste es el día del triunfo del Señor, / día de júbilo y de gozo. 
R/. 

• Libéranos, Señor, y danos tu victoria. / Bendito el que viene en nombre del Señor. / Que Dios desde su templo nos bendiga. / Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. 
R/.

EVANGELIO DEL DIA

Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio a sus discípulos y también el pescado.

Del Evangelio según san Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?”. Ellos contestaron: “No”. Entonces Él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor



Reflexión
Hacer siempre el bien
La Palabra pone ante nuestros ojos dos hechos misteriosos, extraños, difíciles de asimilar por la simple razón: la curación de un enfermo y la pesca milagrosa. Dos acontecimientos que son acogidos de diferente manera por sus interlocutores.
Para los jefes del pueblo y los ancianos es difícil entender cómo unos simples pescadores galileos han sido capaces de curar a un enfermo. Lejos están de aceptar que es el Espíritu del Resucitado quien está actuando a través de los apóstoles. Temerosos de perder su estatus y el “control de la fe”, hacen lo más sencillo: maniatar y controlar a aquellos que pretenden cambiar las cosas. Pero los seguidores del Cristo resucitado no se amilanan, sino que defienden con valentía su actuar: hacer el bien en nombre del Señor. Algo, sin duda, incomprensible, que a veces se repite en nuestro tiempo. Y es que hacer el bien no siempre es “bueno” cuando cuestiona la conducta e incómoda la seguridad y la comodidad de los demás. Sin embargo, es ésta la misión del que ha decidido seguir al Resucitado. Pues en nuestro día a día tenemos muchas oportunidades de hacer el bien. Cuando no nos atrevemos a actuar, cuando en nuestra vida no tenemos como objetivo hacer el bien, sea con quien sea, nuestro trabajo es infructuoso, similar al de los discípulos que echan las redes pero no pescan nada. Sólo cuando abrimos los ojos de la fe y reconocemos al Señor, que siempre nos invita a hacer el bien, las cosas cambian y la vida adquiere sentido.
¿Estoy atento a escuchar la palabra de Jesús que me invita a echar de nuevo las redes, después de una jornada infructuosa?

Oración: Señor Jesús, que me ofreces el alimento diario y me hablas por medio de tu Palabra, dame la gracia de ser fiel a tu amor en el servicio a los demás. Amén.
Shalom!


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