Oración de la Mañana
Señor, en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz,
sabiduría y fuerza.
Hoy quiero mirar el mundo
con ojos llenos de amor;
ser paciente, comprensivo,
humilde, suave y bueno.
Ver detrás de las apariencias a tus hijos,
como los ves Tú mismo,
para, así, poder apreciar
la bondad de cada uno.
Cierra mis oídos a toda murmuración,
guarda mi lengua de toda maledicencia,
que solo los pensamientos que bendigan
permanezcan en mí.
Quiero ser tan bien intencionado y justo
que todos los que se acerquen a mí,
sientan tu presencia.
Revísteme de tu bondad, Señor,
y haz que durante este día,
yo te refleje.
Amén.
Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: "¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?"
PRIMERA LECTURA
Los apóstoles se retiraron del Sanedrín, felices de haber padecido ultrajes por el nombre de Jesús.
De los Hechos de los Apóstoles 5, 34-42
En aquellos días, un fariseo llamado
Gamaliel, doctor de la ley y respetado por todo el pueblo, se levantó en el
Sanedrín, mandó que hicieran salir por un momento a los apóstoles y dijo a la
asamblea:
“Israelitas, piensen bien lo que van a
hacer con esos hombres. No hace mucho surgió un tal Teudas, que pretendía ser
un caudillo, y reunió unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a
sus secuaces y todo quedó en nada. Más tarde, en la época del censo, se levantó
Judas el Galileo y muchos lo siguieron. Pero también Judas pereció y se
desbandaron todos sus seguidores. En el caso presente, yo les aconsejo que no
se metan con esos hombres; suéltenlos. Porque si lo que se proponen y están
haciendo es de origen humano, se acabará por sí mismo. Pero si es cosa de Dios,
no podrán ustedes deshacerlo. No se expongan a luchar contra Dios”.
Los demás siguieron su consejo: mandaron
traer a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús
y los soltaron. Ellos se retiraron del Sanedrín, felices de haber padecido
aquellos ultrajes por el nombre de Jesús.
Y todos los días enseñaban sin cesar y
anunciaban el Evangelio de Cristo Jesús, tanto en el templo como en las casas.
Palabra
de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 26
R/. “El
Señor es mi luz y mi salvación. Aleluya.”
• El Señor es mi luz y mi salvación, /
¿a quién voy a tenerle miedo? / El Señor es la defensa de mi vida, / ¿quién
podrá hacerme temblar? R/.
• Lo único que pido, lo único que busco, / es vivir en la casa del Señor toda mi vida, / para disfrutar las bondades del Señor / y estar continuamente en su presencia. R/.
• La bondad del Señor espero ver / en esta misma vida. / Ármate de valor y fortaleza / y en el Señor confía. R/.
EVANGELIO DEL DIA
Jesús distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta que se saciaron.
Del Evangelio según san Juan 6, 1-15
En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra
orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque
habían visto las señales milagrosas que hacía curando a los enfermos. Jesús
subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, festividad de
los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo
compraremos pan para que coman éstos?”. Le hizo esta pregunta para ponerlo a
prueba, pues Él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni
doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de
pan”. Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí
hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es
eso para tanta gente?”. Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”.
En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los
hombres eran unos cinco mil.
Enseguida tomó Jesús los panes, y
después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían
sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados, todo lo que
quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan
los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los
pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.
Entonces la gente, al ver la señal
milagrosa que Jesús había hecho, decía: “Éste es, en verdad, el profeta que
habría de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para
proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, Él solo.
Palabra
del Señor.
Reflexión
Partir y compartir
Verdad: Iluminados
con las lectura de hoy, tenemos que preguntarnos cómo saciar las necesidades
del mundo: el hambre, la falta del trabajo, la pobreza, la mendicidad, la indiferencia
ante el clamor de los “descartables”, el maltrato, la violencia, el egoísmo, la
división, el conformismo… Ante este panorama, nada irreal, ¿quién de nosotros
no contestaría como Felipe, impotente para dar soluciones?
Jesús nos muestra el camino: primero es
necesario que aprendamos a analizar la realidad, ser parte de ella,
padeciendo-con…, sin engañarnos ni huir de la crudeza que la inunda.
Seguidamente nos invita a salir al encuentro de los demás, unirnos en
comunidad, poner la confianza en Dios y orar. Sólo entonces es el momento de
“partir el pan”, dar gracias a Dios y compartirlo. Él no nos pide más de lo que
podemos dar: tan sólo cinco panes y dos peces. Basta el simple gesto de
compartir lo que tenemos para que las necesidades se satisfagan y hasta sobre,
pues el Señor, para hacer el milagro, pide la colaboración de los apóstoles y
la generosidad del joven que entrega “todo lo que tiene”. Jesús nos enseña a
vivir con realismo y sencillez. Dios está con nosotros y se hace presente en
nuestra vida por medio de las realidades más naturales. Él se vale,
generalmente, de las situaciones más ordinarias para darnos su gracia y actúa
por medio de nuestras obras.
¿Cómo reacciono frente a las necesidades
fundamentales del prójimo: con solidaridad o con indiferencia?
Oración: Señor Jesús, ayúdame a saber multiplicar mi amor y así realizar el milagro de la solidaridad. Con humildad y sencillez te ofrezco mis talentos, consciente de que los he recibido para darlos a los demás. Amén.
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