martes, 29 de agosto de 2017



Meditación

Predicar la Palabra de Dios implica denunciar situaciones de pecado o de injusticia que hay alrededor nuestro. Esta predicación es incómoda para quienes llevan una vida conforme a los criterios del mundo, para quienes hacen del poder y la opresión su distintivo, por eso la actitud hostil contra el profeta es inmediata. Pero el verdadero profeta no teme, porque sabe que cuenta con la protección y el consuelo de Dios, porque se siente elegido y “preparado” por el mismo Señor para hablar en su nombre el bien, la justicia y el derecho.



Reflexión

Este pasaje que hemos leído, nos pone de frente a uno de los grandes problemas que tiene que afrontar el hombre: la fidelidad. Por un lado, tenemos a Juan el Bautista que, sin temor, se declara abiertamente en pro de la ley de Dios y denuncia con valentía el mal proceder del rey. Por otro lado, tenemos al rey, que prefiere matar a un inocente que retractarse, simplemente por el "qué dirán".

Uno ofrece su vida abiertamente sin importarle la misma muerte, el otro se acobarda por una posición delante de una sociedad corrompida. Este caso nos invita a reflexionar y a tomar partido. Ya Jesús lo había dicho: "O estás conmigo o estás contra mi". Es decir, no podemos estar en zona neutral, pues "el que no recoge, desparrama".

Es, pues, necesario hacer una opción que nos va a conducir en nuestra vida a reaccionar como Herodes o como Juan el Bautista. O somos cristianos de tiempo completo y tomamos partido por la justicia, la paz y el amor; o seremos cobardes que nos escondemos detrás de la ley, de las políticas de nuestra oficina, gobierno o institución, para que no se vean afectados nuestros intereses. Juan dio su vida por amor a la verdad que Dios reveló, ¿estarías tú dispuesto a hacer lo mismo?

Shalom!

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