viernes, 25 de agosto de 2017



Meditación

En esta lectura, ilumina con mucha claridad lo que significa el verdadero amor, el amor que sabe ser fiel "en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad". Las dos muchachas podrían haber regresado a la casa paterna y volverse a casar con gente de su mismo pueblo. Una de ellas lo hace, pero Rut, que sabe que su suegra está sola, decide acompañarla y permanecer con ella en toda circunstancia.

En nuestros días, qué importante es que volvamos a valorar la verdadera fidelidad y la amistad. Acostumbrados en nuestro mundo consumista a cambiar frecuentemente de todo, en una cultura del "úsese y tírese", no es fácil tener amistades estables, verdaderos amigos que lo acompañen a uno, sobre todo, en los momentos difíciles de la vida. Ciertamente no es fácil establecer lazos duraderos y raíces profundas con nuestros vecinos, compañeros.

Sin embrago, esta es la enseñanza de la Escritura, es lo que nos mostró Jesús al hacerse uno con nosotros y recorrer nuestro mismo camino, incluso hasta la muerte. Aprendamos de Rut que el verdadero amor se muestra ante todo en la fidelidad y en el saber acompañarnos unos a otros, en comprometer toda nuestra existencia con alguien más. Inténtalo, verás que no te arrepentirás.
Oración

Gracias, Señor, por mis amigos, gracias por aquellos que has puesto a mi lado, a quienes amo y quienes me aman. Enséñame a ser fiel y a demostrar libremente lo que siento, a decirles gracias, a corregirlos cuando haga falta y a escuchar tu voz también en ellos.
Acción

Hoy llamaré a mis amigos más cercanos y les agradeceré su amistad.

EL EVANGELIO DE HOY

Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?"

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas".

Palabra del Señor.

Reflexión

Siempre me ha parecido interesante que siendo el primero y el más importante de los mandamientos el "amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente" sean muy pocas las personas que acuden al sacramento de la reconciliación a reconocer que han fallado a este mandamiento.

Ciertamente, como dice Jesús, al fallar a cualquiera de los otros mandamientos estamos fallando a estos dos, sin embargo, esto puede ser un indicativo de qué lugar ocupa Dios en nuestro corazón y la relación que llevamos con él.

Si haces un recuento de las últimas veces en que le has pedido a Dios que te perdone, te darás cuenta de que la mayoría de las veces, éste está ocupado con alguna "falta recurrente", que es el pecado que está distrayendo tu atención de la santidad, además habrás expuesto una serie de imperfecciones relacionadas con tu carácter y con el trato con los demás, pero sería bueno que en tu próxima reconciliación la iniciaras diciendo: "Padre, me arrepiento de no amarte con todo mi corazón, por ello no he orado lo suficiente y esto ha hecho que mi vida no se transforme; esto me ha llevado a pecar contra..."

Cuando reconocemos que nuestra principal falta es no amar lo suficiente a Dios, inmediatamente nos daremos cuenta de cuál o cuáles son las causas de esto. Si nos ponemos a trabajar en ellas veremos que nuestras demás faltas irán desapareciendo de nuestra vida.


Shalom!

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