martes, 22 de agosto de 2017

Meditación

Cuántas veces nos hemos dicho: "Realmente este proyecto es más grande que mis fuerzas". Ciertamente que es importante, como dice Jesús, ver si nuestros recursos, nuestros dones, son suficientes para afrontar tal o cual reto. Sin embargo, habría que distinguirse de la generalidad de los casos uno en particular, que es cuando es Dios mismo quien nos lo pide.

En el pasaje que hemos leído, Dios le dice a Gedeón que vaya a salvar a su pueblo, y si Dios es el que pide, él dará todos los recursos para que podamos hacer lo que él mismo nos está solicitando. Por ello, es que en nuestros deberes de estado no podemos decir que ya no podemos, pues el mismo Dios nos ha dado todos los dones y las gracias que necesitamos para salir adelante y para salir victoriosos en esta empresa.

Lo mismo podemos decir de la vida cristiana, sobre todo, en relación a la santidad. No podemos decirle al Señor que no puedo ser santo, ya que Dios, al darnos la presencia viva del Espíritu Santo, nos ha dado todo lo que necesitamos para alcanzar esta meta. Si Dios te llama respóndele con generosidad, y como María, ábrete a la acción de su Espíritu, verás que con él todo es posible.

Oración

Señor, envíame a mí, estoy dispuesto a usar la fuerza que me has dado para ir a salvar a tanta gente que no te conoce. Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú el que me habla, hazme saber que estás conmigo y yo iré a donde me mandes.

Acción


Hoy buscaré el modo adecuado para que cinco personas conozcan a Jesús por mi medio.

Reflexión

Este pasaje nos podría dar la impresión de que Jesús tiene algo contra los ricos. Sin embargo, nada más lejano que esto.

La Escritura es testigo de que el mismo Jesús tenía entre sus seguidores amigos (algunos eran incluso discípulos) muy ricos. José de Arimatea quien le regaló la tumba y Nicodemo que le llevó los perfumes (que eran muy caros) para la sepultura, esto sin contar al mismo Mateo y a Zaqueo, quien sólo dio la mitad de sus bienes y del que Jesús dijo: "Ahora ha llegado la salvación a esta casa".

Lo que impide que un hombre pueda disfrutar del Reino es la esclavitud, la falta de libertad sobre los bienes (o sobre cualquier cosa, incluso nuestros propios pensamientos). Cuando el hombre se aferra a los bienes, como el joven del pasaje, no es libre pues es esclavo de lo que posee. Jesús nos quiere libres, el Reino es para la gente libre, para aquellos que, como Nicodemo, José de Arimatea y tantos más, son capaces de tener sin retener.

De aquellos que reconocen que los bienes creados son de y para todos; que acaparar solamente empobrece y esclaviza. Ante esto, ¿qué tan libre eres con respecto a tus bienes? Pues de esto depende que puedas disfrutar la vida del Reino.

Shalom!

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