Meditación
Cuántas
veces nos hemos dicho: "Realmente este proyecto es más grande que mis
fuerzas". Ciertamente que es importante, como dice Jesús, ver si nuestros
recursos, nuestros dones, son suficientes para afrontar tal o cual reto. Sin
embargo, habría que distinguirse de la generalidad de los casos uno en
particular, que es cuando es Dios mismo quien nos lo pide.
En
el pasaje que hemos leído, Dios le dice a Gedeón que vaya a salvar a su pueblo,
y si Dios es el que pide, él dará todos los recursos para que podamos hacer lo
que él mismo nos está solicitando. Por ello, es que en nuestros deberes de
estado no podemos decir que ya no podemos, pues el mismo Dios nos ha dado todos
los dones y las gracias que necesitamos para salir adelante y para salir
victoriosos en esta empresa.
Lo
mismo podemos decir de la vida cristiana, sobre todo, en relación a la
santidad. No podemos decirle al Señor que no puedo ser santo, ya que Dios, al
darnos la presencia viva del Espíritu Santo, nos ha dado todo lo que
necesitamos para alcanzar esta meta. Si Dios te llama respóndele con
generosidad, y como María, ábrete a la acción de su Espíritu, verás que con él
todo es posible.
Oración
Señor,
envíame a mí, estoy dispuesto a usar la fuerza que me has dado para ir a salvar
a tanta gente que no te conoce. Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que
eres tú el que me habla, hazme saber que estás conmigo y yo iré a donde me
mandes.
Acción
Hoy
buscaré el modo adecuado para que cinco personas conozcan a Jesús por mi medio.
Reflexión
Este
pasaje nos podría dar la impresión de que Jesús tiene algo contra los ricos.
Sin embargo, nada más lejano que esto.
La
Escritura es testigo de que el mismo Jesús tenía entre sus seguidores amigos
(algunos eran incluso discípulos) muy ricos. José de Arimatea quien le regaló
la tumba y Nicodemo que le llevó los perfumes (que eran muy caros) para la
sepultura, esto sin contar al mismo Mateo y a Zaqueo, quien sólo dio la mitad
de sus bienes y del que Jesús dijo: "Ahora ha llegado la salvación a esta
casa".
Lo
que impide que un hombre pueda disfrutar del Reino es la esclavitud, la falta
de libertad sobre los bienes (o sobre cualquier cosa, incluso nuestros propios
pensamientos). Cuando el hombre se aferra a los bienes, como el joven del
pasaje, no es libre pues es esclavo de lo que posee. Jesús nos quiere libres,
el Reino es para la gente libre, para aquellos que, como Nicodemo, José de
Arimatea y tantos más, son capaces de tener sin retener.
De
aquellos que reconocen que los bienes creados son de y para todos; que acaparar
solamente empobrece y esclaviza. Ante esto, ¿qué tan libre eres con respecto a
tus bienes? Pues de esto depende que puedas disfrutar la vida del Reino.
Shalom!
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