Primera
Lectura
2 Corintios 9, 6-10
Hermanos:
Recuerden que el que poco siembra, cosecha poco, y el que mucho siembra,
cosecha mucho. Cada cual dé lo que su corazón le diga y no de mala gana ni por
compromiso, pues Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para
colmarlos de toda clase de favores, a fin de que, teniendo siempre todo lo
necesario, puedan participar generosamente en toda obra buena. Como dice la
Escritura: "Repartió a manos llenas a los pobres; su justicia permanece
eternamente".
Dios,
que proporciona semilla al sembrador y le da pan para comer, les proporcionará
a ustedes una cosecha abundante y multiplicará los frutos de su justicia.
Meditación
Este
pasaje, referido en su contexto a la colecta que estaba haciendo san Pablo para
los pobres de Jerusalén, es tomada para ayudarnos a reflexionar sobre la
generosidad en nuestra vida apostólica. Pues, de la misma forma que se aplica a
la vida económica, se aplica a nuestra vida espiritual y apostólica, el que
siembra poco, cosechará poco; si dedicamos poco tiempo a la oración, obviamente
que tendrás resultados escasos en tu vida; si tenemos pereza para leer la
Sagrada Escritura, si todo nuestro tiempo lo dedicamos a las banalidades y poco
a formarnos como buenos cristianos, a conocer y a profundizar cada día más en
el misterio de Dios, no podemos esperar que nuestra vida de comunión con Dios
crezca sola. Y de ahí que nuestra vida moral y social se vea empañada
frecuentemente y no resplandezca como debería, empobreciendo tristemente todas
nuestras relaciones, y privándonos de la alegría y la paz que provienen
precisamente de la vida espiritual.
Quien
es capaz de sufrir atroces tormentos y permanecer fiel al Señor, es porque en
su vida ha sembrado con abundancia y generosidad. No seamos perezosos y démosle
más tiempo a Dios y la vida espiritual.
Oración
Señor,
hoy me doy cuenta con tristeza que recuerdo con mayor facilidad la trama,
diálogos, actores y, hasta en ocasiones, el director, productor y escritor de
algunas películas o telenovelas que he visto; pero, ¿seré capaz de recordar de
qué trataron las lecturas del domingo pasado? Quiero llenarme de tu amor para
poder dar a los que me rodean más de ti.
Acción
Revisaré
en mi vida cuánto tiempo dedico a la televisión, cine, radio u otra cosa
insustancial, lo compararé con el tiempo que le dedico a las cosas de Dios y
haré los arreglos necesarios en mi vida para sembrar más en el Señor.
EL EVANGELIO DE HOY
Juan 12, 24-26
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que si el grano
de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere,
producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece
a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.
El
que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi
servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre".
Palabra
del Señor.
Reflexión
Ciertamente
Dios ha creado todo, como lo asegura el libro del Génesis: "Muy bien y muy
bueno".
Sin
embargo, el pecado ha hecho que, a pesar de esta realidad, como dice san Pablo,
no todo nos es conveniente. Y es aquí en dónde se prueba realmente quién es o
no verdaderamente cristiano.
La
tentación se presenta indistintamente para todos, sin embargo, el cristiano,
ejercitado en la oración y en la renuncia a sí mismo, convencido que la vida en
Cristo vale la pena cualquier renuncia, es capaz de renunciar a todo aquello
que, aunque se presenta bajo la apariencia de bien, sabe que lo conducirá
irremisiblemente a perder la amistad con Dios.
Si
no nos ejercitamos en la renuncia, si no somos capaces de negarnos ni siquiera
las pequeñas cosas, los pequeños gustos, será muy difícil renunciar a las más
grandes y peligrosas tentaciones, lo que hará que nuestra vida quede estéril y
sin fruto. Empieza por poco, pero empieza hoy.
Shalom!
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