Reflexión
Esta Iglesia que, representada en la mujer cananea, con coraje y
con fuerza maternal, se postra ante su Señor y suplica por el bienestar de de
los suyos. La lección es clara: tal vez la Iglesia no tenga injerencia en la
vida de los “no creyentes”, pero con su oración suplicante es capaz de mover el
mundo y llegar al corazón de Dios con tal de “desdemonizar”, de liberar, a
estos “hijos de Dios”. Y no lo hace en su nombre, sino en el de su Señor,
Jesús, quien “ha sido enviado para salvar a todos”. En la lectura, los
discípulos quieren quitarse de encima a la mujer que inoportuna, tal como nos
pasa muchas veces a nosotros con el mundo, pero Jesús le devuelve su dignidad
de hija de Dios y asegura que la salvación sea para todos.
¿Trabajamos en conjunto con la Iglesia por llegar a todos con la
Palabra de Dios?
Oración: Señor Jesús, danos
coraje y persistencia para sentir el llamado a anunciar y acoger en nuestra
comunidad de fe a los que no son de nuestro pueblo (Iglesia).
Amén.
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