domingo, 20 de agosto de 2017

Reflexión
Esta Iglesia que, representada en la mujer cananea, con coraje y con fuerza maternal, se postra ante su Señor y suplica por el bienestar de de los suyos. La lección es clara: tal vez la Iglesia no tenga injerencia en la vida de los “no creyentes”, pero con su oración suplicante es capaz de mover el mundo y llegar al corazón de Dios con tal de “desdemonizar”, de liberar, a estos “hijos de Dios”. Y no lo hace en su nombre, sino en el de su Señor, Jesús, quien “ha sido enviado para salvar a todos”. En la lectura, los discípulos quieren quitarse de encima a la mujer que inoportuna, tal como nos pasa muchas veces a nosotros con el mundo, pero Jesús le devuelve su dignidad de hija de Dios y asegura que la salvación sea para todos.

¿Trabajamos en conjunto con la Iglesia por llegar a todos con la Palabra de Dios?

Oración: Señor Jesús, danos coraje y persistencia para sentir el llamado a anunciar y acoger en nuestra comunidad de fe a los que no son de nuestro pueblo (Iglesia).

Amén.


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