miércoles, 2 de agosto de 2017







Primera Lectura

Éxodo 34, 29-35

Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en las manos, no sabía que tenía el rostro resplandeciente por haber hablado con el Señor.

Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y al ver que su rostro resplandecía, tuvieron miedo de acercársele. Pero Moisés los llamó, y entonces Aarón y todos los jefes del pueblo se acercaron y Moisés habló con ellos. A continuación se le acercaron también todos los israelitas y él les comunicó todo lo que el Señor le había ordenado en el monte Sinaí. Cuando Moisés acabó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. 

Siempre que Moisés se presentaba ante el Señor para hablar con él, se quitaba el velo de su rostro, y al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado.

Ellos veían entonces que el rostro de Moisés resplandecía, y Moisés cubría de nuevo su rostro, hasta que entraba a hablar otra vez con el Señor.

Meditación

Más que centrar nuestra atención en el fenómeno maravilloso con el cual Dios le hacía ver al pueblo la relación estrecha que llevaba con Moisés, centremos nuestra reflexión en lo importante de ser un "mensajero" de Dios. Moisés, llegó a establecer una relación tan cercana a Dios que, Dios mismo lo llamaba "amigo", y con él hablaba, no en sueños, sino como se le habla a un amigo. Esto hizo de él un conducto maravilloso para comunicar al pueblo, el mensaje de salvación, que en su momento fue la Ley y los estatutos de la Alianza. 

Puede ser que nosotros nunca lleguemos a tener una manifestación semejante a la que vivió Moisés, sin embargo, debemos reconocer que Dios sigue necesitando hombres y mujeres como tú y como yo para comunicar al mundo su amor y su Palabra. Si el mundo, a pesar de escuchar miles de veces esta "palabra de Vida", no cambia, pudiera ser en gran parte porque nuestro corazón no brilla, porque nuestra palabra está vacía, porque no viene de la experiencia profunda de la amistad con Dios. 

El texto nos dice que el rostro de Moisés brillaba; pues en un cristiano que tiene una amistad profunda con Dios, su rostro brilla de alegría y es capaz de transmitir la palabra de Dios con fuego y con amor. Jesús nos necesita, te necesita a ti, pero te necesita lleno de su fuego. Dedica un poco más de tiempo a tu oración personal.

Oración

Señor, cada día es una oportunidad para acercarme confiadamente a ti; de encerrarme en mi habitación y, desde lo más profundo de mi corazón, gozar de la abundancia de tu casa. Escuchar tu palabra, lo que esperas de mí y lo que quieres que anuncie a mis hermanos.

Acción

Hoy no me dormiré hasta haber dedicado un debido tiempo a mi oración personal, a solas, en silencio, en mi casa. Y así, cada día, para que mi vida se vaya transformando.

EL EVANGELIO DE HOY

Mateo 13, 44-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra".

Reflexión

En esta sección de su evangelio, Mateo coleccionó una serie de parábolas de Jesús en las que ilustra lo que significa el Reino. En este par de parábolas, nos deja ver que el Reino es algo tan maravilloso que, quien lo descubre, podríamos hoy decir, quien lo experimenta, tiene por "basura", como dirá san Pablo, todo lo demás. 

Quien ha tenido la experiencia de Dios, quien ha experimentado que Dios le ama, se da cuenta que la vida en su amor, la vida en el Reino, es la única que vale la pena vivirse, es tal la felicidad, la paz, el gozo que experimenta viviendo en el Reino, que desprecia sufrimientos, humillaciones y hasta la vida misma, con tal de permanecer en él. La vida vivida en Jesús, por medio del Espíritu Santo, es decir, la vida del Reino, es tan hermosa que nada se puede comparar a ella. 

Si hoy el mundo continúa fascinado con los placeres, la moda y otras vanidades, es porque no ha descubierto esta perla preciosa, es porque no se ha dejado seducir por el amor de Dios, es porque no ha probado la vida que ofrece el Evangelio. Si tú todavía no la has vivido, si todavía no la has experimentado, pídele en tu oración a Jesús el poder descubrir esa perla, ese tesoro, pues esto cambiará totalmente tu vida.
SHALOM!

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