Meditación
Esta
pasaje es una de las críticas más fuertes que se han escrito contra los
oportunistas, contra aquellos que, sin importarles la voluntad de Dios, buscan
su propio provecho. Al leer el libro de los Jueces nos encontramos con que el
pueblo fiel a Dios no reconocía a ningún otro rey sino a YHVH, pues recordaba
bien que la alianza decía: "Ustedes serán mi pueblo y yo seré su
Dios". Sin embargo, otra parte del pueblo buscaba ser como "los demás
pueblos" y tener un rey humano.
Con
una serie de figuras, el autor nos muestra cómo el pueblo, con tal de "ser
como los demás pueblos" ha escogido lo peor como rey (que de hecho llevará
a Israel a la secularización y a la idolatría). Esto puede pasar también en
nuestras vidas cuando buscamos hacer nuestra vida al margen de Dios, cuando nos
olvidamos que nosotros somos cristianos y que, por lo tanto, no somos como el
resto del mundo aunque vivamos en el mundo. Oportunidades no nos faltan, el
mundo nos ofrece fama y prestigio si aceptamos "cobijarnos bajo su
sombra".
El
resultado siempre será el mismo: tristeza, soledad, angustia, miedo. Dios
quiere reinar en nuestras vidas, quiere ser el centro de nuestra existencia, no
porque necesite de nuestra alabanza o nuestro servicio, sino porque cuando él
es Rey puede darnos la verdadera paz y la alegría del Reino en el cual "él
reina". No nos dejemos engañar, la verdadera felicidad sólo está en Dios.
Oración
Señor,
tu eres mi único Rey, renuncio a lo que sea con tal de que tú reines en mi
vida. No me quiero conformar con poco, yo necesito que en mi vida, tú, el Rey
de Reyes, seas el único soberano y gobernador de mis acciones; tómame, Señor.
Acción
Hoy
pediré por los gobernantes de las naciones, especialmente por los de mi país.
Reflexión
Esta
parábola de Jesús tiene un profundo significado y pueden sacarse diversas
enseñanzas de ella.
Entre
otras cosas, quiere mostrarnos lo que significa tener "absoluta confianza
en la Palabra del Señor". Si nos fijamos, veremos que sólo a los primeros
les dijo cuánto les iba a pagar, esto es un denario (es decir lo que un
jornalero ganaba en aquel tiempo, lo necesario para que una familia viva un
día); a los demás les dijo: "les daré lo que sea justo". Con esta
promesa se fueron a trabajar.
Hoy
en día, cuando alguien nos contrata, lo primero que se pregunta es ¿cuánto voy
a ganar?, pues qué tal si lo justo para el señor es sólo cicuenta o cien pesos
por el trabajo de 8 horas. Los últimos trabajadores confiaron totalmente en la
palabra dada: "nos dará lo justo", y sin embargo, se llevaron la
sorpresa de que les dio lo mismo que a los primeros.
La
primera enseñanza de este pasaje es que la justicia de Dios no es matemática y
va mucho más allá de nuestra pobre justicia humana, y que su palabra es de
fiar, más allá de lo que nosotros pudiéramos pensar.
Cuando
leemos las promesas hechas por Jesús, debemos siempre pensar que la realidad es
mucho, pero mucho más grande de lo que la palabra expresa. Con este Dios, cómo
no vamos a entregarle toda nuestra vida y a trabajar sin descanso por el Reino,
si lo que nos ha prometido es mucho más de lo que jamás pudiéramos haber
pensado, no importa que sólo hayamos trabajado una hora.
Shalom!
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