sábado, 3 de noviembre de 2018

Evangelio del Día


Sábado 3 de Noviembre 2018

SAN MARTIN DE PORRES



“NUESTRA GRANDEZA ES LA HUMILDAD”


PRIMERA LECTURA

FILIPENSES 1,18-26

“Para mí el vivir es Cristo, y la muerte ganancia”

Hermanos: De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL: 41

R./” Mi alma tiene sed del Dios vivo”

Como busca la cierva
 corrientes de agua,
 así mi alma te busca
a ti, Dios mío. R.

Tiene sed de Dios,
 del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.

Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R.


EVANGELIO DEL DÍA

LUCAS 14, 1.7-11

“El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”

En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: "Cuando te conviden a una boda, no te sientes en puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: "Cédele el puesto a éste". Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". Pero ¿qué importa? De cualquier manera, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo; y esto me causa alegría.

Y todavía me alegraré más, pues yo sé que todo esto será para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo. Pues espero firmemente que Dios no me dejará quedar mal, sino que, ahora como siempre, se mostrará públicamente en mí la grandeza de Cristo, tanto si sigo vivo como si muero. Porque para mí, seguir viviendo es Cristo, y morir, una ganancia. Y si al seguir viviendo en este cuerpo, mi trabajo puede producir tanto fruto, entonces no sé qué escogerme es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí; pero, por otro lado, a causa de ustedes es más necesario que siga viviendo. Y como estoy convencido de esto, sé que me quedaré todavía con ustedes, para ayudarlos a seguir adelante y a tener más gozo en su fe. Así me tendrán otra vez entre ustedes, y haré que aumente su orgullo en Cristo Jesús. 

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Nuestra grandeza es la humildad

Cuando se vive según Cristo, dice san Pablo, las alegrías, los triunfos, así como las persecuciones y la misma muerte sirven para darle gloria al Señor. La meta del cristiano es llegar a sentir que todo él es de Cristo. Predicar el Evangelio no es repetir siempre lo que dice la Biblia, sino encarnar sus valores en cada cosa que se hace. Cristo puede ser predicado también por los que son de otra fe religiosa pero que viven de manera coherente con la voz de Dios que les habla en el sagrario de la conciencia, se preocupan de los necesitados y trabajan por restablecer la justicia en el mundo. El tema del “banquete” fue el signo privilegiado que Jesús empleó para explicar el Reino de Dios, al cual estamos invitados todos.

Comienza como un regalo de vida digna y exige renunciar al desprecio de los demás, es decir, no buscar los primeros puestos alardeando de poseer un mejor nivel social o cultural. La entrada al banquete se la ganan los que se colocan al servicio de los demás y de manera humilde permiten que Dios se les acerque y los invite a pasar adelante. Vemos, entonces, que cualquier deseo de hacer carrera con las cosas de Dios queda descartado. Quien se desvive por acceder a las “altas dignidades” quizá sea relegado al último lugar o se quede por fuera del banquete del Reino. Nunca perdamos la humildad de acoger y aceptar a los “despreciables” de la sociedad.

¿Es mi fe del tal tamaño que puedo decir: “Mi vida es Cristo”? ¿Cuáles son mis motivaciones cuando comparto algo con otra persona?

Oración: Señor Jesús, el orgullo y la autosuficiencia pueden alejarme del amor de Dios y del amor de los hermanos; dame un corazón sencillo para hacer visible tu Evangelio. Amén.

“El orgullo y la autosuficiencia pueden alejarnos del amor de Dios y del prójimo”

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