lunes, 26 de noviembre de 2018

Evangelio del Día

Lunes 26 de Noviembre de 2018


“EL MEJOR DON, LA PROPIA VIDA”


PRIMERA LECTURA

APOCALIPSIS 14,1-5

“Llevaban en la frente los nombres de Cristo y su Padre”

Yo, Juan, miré y en la visión apareció el Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. Oí también un sonido que bajaba del cielo, parecido al estruendo del océano, y como el estampido de un trueno poderoso; era el son de arpistas que tañían sus arpas delante del trono, delante de los cuatro seres vivientes y los ancianos, cantando un cántico nuevo. Nadie podía aprender el cántico fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil, los adquiridos en la tierra. Éstos son los que siguen al Cordero adondequiera que vaya; los adquirieron como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero. En sus labios no hubo mentira, no tienen falta.

Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL: 23

R./" Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor"


Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos. R.


¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes

y puro corazón,

que no confía en los ídolos. R.


Ése recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Éste es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.


EVANGELIO DEL DÍA

LUCAS 21, 1-4

"Esta mujer ha dado todo cuanto tenia para vivir"

Jesús estaba viendo a los ricos echar dinero en los cofres de las ofrendas, y vio también a una viuda pobre que echaba dos moneditas de cobre. Entonces dijo:

--De veras les digo que esta viuda pobre ha dado más que todos; pues todos dan ofrendas de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir.

Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

El mejor don, la propia vida

Que alegría y orgullo sentimos cuando un personaje importante nos invita a hacer parte del grupo de personas que lo acompañen en una cena, en una presentación o en otro evento social. No cabemos en la ropa de la emoción. Ahora, imaginémonos la dicha que nos debe provocar ser parte del selecto grupo de santos que acompañan al Cordero a dondequiera que va. Simplemente no existen palabras.

¿Cómo se logra esto? Con la santidad de vida, que no es otra cosa que poner en práctica las enseñanzas del Maestro: hacer del amor a Dios y al prójimo el principal mandamiento. El auténtico cristiano, que vive a plenitud la virtud de la caridad, es como la viuda del evangelio, que echa en la alcancía de Dios todo lo que tiene para subsistir: su vida, su ser, su corazón. No hay ofrenda más grande y agradable a Dios que la propia vida puesta al servicio de los demás. Las cosas materiales, necesarias para la vida, son accesorias y perecibles, que tienen un valor, sí, pero finalmente es lo que nos sobra y no pone en riesgo la existencia. En cambio, el ser entero, integral, con sus limitaciones y fortalezas, que se desgasta por cumplir la voluntad de Dios sí es lo único que tenemos y debemos entregarlo con generosidad y confianza al Creador. Así lo hicieron los santos que acompañan al Cordero; así debemos hacerlo nosotros como hijos de Dios.

Reflexión: ¿Sabemos en qué consiste nuestra presentación, la ofrenda de nuestra vida al Señor? ¿Como María, nos comprometemos en todo a cumplir la voluntad del Padre?

Oración: Te pedimos, Señor, que nuestra vida sea una ofrenda que se dona con generosidad ante tu presencia, para bien de nuestros hermanos. Amén.


“No hay ofrenda más grande y agradable a Dios que la propia vida puesta al servicio de los demás”


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