lunes, 2 de julio de 2018

Evangelio del Dia





PRIMERA LECTURA

Aplastan a los pobres contra el suelo.


Del profeta Amós 2, 6-10.13-16
Esto dice el Señor: “Por sus innumerables pecados no perdonaré a Israel. Porque venden al inocente por dinero, y al pobre, por un par de sandalias. Aplastan a los pobres contra el suelo y sacan del camino a los humildes. Padre e hijo acuden a la misma mujer, profanando mi santo nombre. Sobre ropas tomadas como prenda se sientan a comer en sus santuarios y se beben las multas de los pobres en el templo de su Dios.
Cuando ustedes llegaron a esta tierra, yo destruí a los amorreos; eran altos como los cedros y fuertes como las encinas; destruí sus frutos por arriba, y por abajo, sus raíces. En cambio, a ustedes yo los saqué de Egipto y los conduje por el desierto durante cuarenta años, para darles en posesión la tierra de los amorreos.
Pues bien, ahora yo los aplastaré contra el suelo, como la carreta tritura las espigas. El más veloz no logrará escapar, al más fuerte de nada le servirá su fuerza, y ni el más valiente salvará su vida. El arquero no resistirá, no se librará el más ágil, el jinete no se salvará, el soldado más fuerte y valiente huirá desnudo aquel día”.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 49

R/. 
Perdona a tu pueblo, Señor.

• ¿Por qué citas mis preceptos / y hablas a toda hora de mi pacto, / tú, que detestas la obediencia / y echas en saco roto mis mandatos?R/.

• Cuando ves un ladrón, corres con él, / te juntas con los adúlteros; / usas tu lengua para el mal, / tu boca trama el engaño. R/.


• Te pones a insultar a tu hermano / y deshonras al hijo de tu madre. / Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? / ¿Crees acaso que yo soy como tú? / No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados. R/.


• Quien las gracias me da, ése me honra, / y yo salvaré al que cumple mi voluntad. / Entiendan bien esto los que olvidan a Dios, / no sea que los destroce sin remedio. R/.


EVANGELIO DEL DIA

Sígueme.


Del Evangelio según san Mateo 8, 18-22
En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente. En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza”. Otro discípulo le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos”.
Palabra del Señor.

Reflexión
Tú, sígueme
Del pueblo santo, respetuoso de la ley, por el que Dios había dado la vida, no queda más que el recuerdo. Pues la injusticia y la degradación moral campean por todo lado. ¿Qué ha pasado con aquella gente que había prometido “hacer lo que el Señor manda”? Tan pronto como alcanzaron cierta estabilidad, enseguida se olvidaron de las proezas del Señor, de su amor y misericordia. Cambiaron la ley santa por sus intereses y ambiciones personales. Por eso se han hecho merecedores de la “ira divina”.
A veces vivimos anhelando con tener seguridades absolutas y nos desconcierta no saber qué pasará mañana, si lograremos aquello tan planeado. Guardamos y acumulamos en el banco, queremos llegar exactamente a donde apuntamos, con los medios “calculados” para llegar. Y es en conseguir estas “seguridades” en lo que gastamos la vida, nuestras fuerzas y energías. Y hoy Jesús –con su propia vida de ejemplo– nos dice que para vivir mejor, no hay que aferrarse tanto por tener y conseguir seguridades humanas, sino que hay que revalorar qué es lo importante en esta vida y ahí poner todo el corazón, nuestro tiempo y esfuerzo. Valdría la pena hacer un recuento de estos últimos días y analizar en qué gastamos nuestro tiempo: en correr tras los deseos del mundo o en aceptar la invitación del Señor: “Tú, sígueme”.

 ¿Confiamos plena y totalmente en el amor y la misericordia de Dios o ponemos nuestra seguridad en los ídolos de muerte?

Oracion: Señor, tú conoces bien mi debilidad, mis apegos, por eso me pongo de rodillas ante ti y te suplico me des la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo. Amén.

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