REFLEXIÓN
Fe y vida
Las lecturas de hoy nos da importantes lecciones de cómo afrontar la “vida y la muerte” desde la fe. Dios nos hizo incorruptibles, a imagen de su misma naturaleza, pero el pecado echó por tierra esta belleza, y desde entonces la enfermedad y la muerte nos acosan en todo momento. Sin embargo, no todo está perdido, pues la misericordia de Dios ha salido al rescate de sus hijos, otorgando el remedio para sus males a través de la fe y la “restauración” de la inmortalidad con la promesa de la resurrección y la vida eterna.
Fe y vida. Estos dos hechos se condensan en el evangelio de hoy. Jairo le pide a Jesús que ponga la mano en su hija enferma, y en el camino una mujer de la multitud se empeña en poner la mano en el manto, con la intención de “arrancar” de Jesús una curación para la enfermedad que la llevaba a la muerte. El “milagro” se da, pero está incompleto. Hace falta un elemento importante: la fe, para que obre realmente la sanación. Por eso Jesús confronta a la mujer, para hacerle ver que no se trata de un “acto mágico”, sino de un don de amor de Dios. Este hecho retrasa el viaje de Jesús. La niña ha muerto, para qué molestar al Maestro. ¿Será que no hay nada qué hacer? Claro que sí. Para Dios todo es posible, “basta que tengas fe”. Pues ni la muerte tiene lugar cuando tenemos fe en el Señor de la vida. La pregunta es: ¿Qué tan fuerte es nuestra fe?
Jesús dice: “Hija, tu fe te ha curado, vete en paz y queda sana de tu enfermedad”. ¿Qué necesitamos nosotros para lograr nuestra curación?
Oración: Señor Jesús, tú que conoces nuestras angustias y te compadeces de nuestros dolores, aumenta nuestra fe, para que nos acerquemos con más confianza a ti. Amén.
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