Martes 31
de Julio de 2018
“ENTRE EL
TRIGO Y LA CIZAÑA”
PRIMERA LECTURA
JEREMÍAS 14, 17-22
“Recuerda, Señor, y no
rompas tu alianza con nosotros”
Mis ojos se deshacen en
lágrimas, día y noche no cesan: por la terrible desgracia de la doncella de mi
pueblo, una herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; entro
en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan
sin sentido por el país. ¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu
garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no
hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos
nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti. No nos
rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no
rompas tu alianza con nosotros. ¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien
dé la lluvia? ¿Soltarán los cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor, Dios
nuestro, nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL: 78
R. / Líbranos, Señor,
por el honor de tu nombre.
No recuerdes contra
nosotros
las culpas de nuestros
padres;
que tu compasión nos
alcance pronto,
pues estamos agotados.
R.
Socórrenos, Dios,
salvador nuestro,
por el honor de tu
nombre;
líbranos y perdona
nuestros pecados
a causa de tu nombre.
R.
Llegue a tu presencia
el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte.
Mientras, nosotros,
pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias
siempre,
contaremos tus
alabanzas
de generación en generación.
R.
EVANGELIO DEL DÍA
MATEO 13, 36-43
“Lo mismo que se
arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo”
En aquel tiempo, Jesús
dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
"Acláranos la parábola de la cizaña en el campo". El les contestó:
"El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el
mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los
partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es
el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la
cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus
ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los
arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga
oídos, que oiga".
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Entre el trigo y la
cizaña
El bien, el mal, el trigo, la cizaña, la
libertad humana… compañeros inseparables de todos nosotros en nuestro terreno.
Y el campo de batalla de esos elementos en cada uno de nosotros, la fe, donde
unas veces salimos victoriosos (si estamos unidos a Dios) y otras
experimentamos la derrota (si le damos la espalda al amor). Las consecuencias
de esta batalla (la falta de fe, rendirse ante el mal) a escala mundial son
claras: empobrecidos, hambrientos, profundas desigualdades, injusticias… una
progresiva descristianización y olvido de Dios en muchos lugares:
“Desfallecidos de hambre, tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido
por el país”.
Ante este panorama, que
va a continuar hasta “el fin del mundo”, una y mil veces hemos de acudir a la
fuente de nuestra fortaleza y salvación: ¿No eres tú, Señor Dios nuestro,
nuestra esperanza? “No nos rechaces”, y, más bien, devuélvenos la alegría de
vivir. Como dice el apóstol: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de
vida eterna”. Éste es el único camino para salir airosos y victoriosos en la
batalla entre “el trigo y la cizaña”. Debemos, pues, poner todas nuestras
fuerzas, nuestros talentos para el servicio del bien, para que la justicia
brille como el sol en el Reino del Padre, pero sabiendo que después de todo,
“el que da el crecimiento es Dios”. “El que tenga oídos que oiga”.
“Nosotros a veces
tenemos mucha prisa en juzgar, clasificar, poner aquí a los buenos, allí a los
malos… Dios es paciente, sabe esperar” (Papa Francisco).
Oración: Dios mío, ante
tu presencia te pido que pongas tus palabras y tu mensaje en mi corazón para
que sepa dar el fruto que tú buscas en mí. Amén.
“Que Dios ponga sus palabras y su mensaje en
cada corazón para que sepa dar el fruto que Él busca en cada uno(a) de
nosotros(as), a fin de sembrar la verdadera justicia y paz”