jueves, 23 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DEL DIA

EL EVANGELIO DEL DÍA

PRIMERA LECTURA
Nos mantendremos fieles a la alianza de nuestros padres.

Del Primer libro de los Macabeos 2, 15-29
En aquellos días, los enviados del rey Antíoco, encargados de hacer apostatar a los israelitas, llegaron a la ciudad de Modín para obligarlos a sacrificar a los ídolos. Muchos israelitas se les sometieron; en cambio, Matatías y sus hijos se les opusieron tenazmente.
Los enviados del rey se dirigieron entonces a Matatías y le dijeron: “Tú eres un hombre ilustre y poderoso en esta ciudad y cuentas con el apoyo de tus hijos y de tus hermanos. Acércate, pues, tú primero y cumple la orden del rey, como la han cumplido todas las naciones, los hombres de Judea y los que han quedado en Jerusalén. Así, tú y tus hijos serán contados entre los amigos del rey y serán recompensados con oro, plata y muchos regalos”.
Matatías les contestó con voz firme: “Aunque todas las naciones que forman los dominios del rey obedezcan sus órdenes y apostaten de la religión de sus padres, mis hijos, mis hermanos y yo nos mantendremos fieles a la alianza de nuestros padres. ¡Dios nos libre de abandonar nuestra ley y nuestras costumbres! No obedeceremos las órdenes del rey ni ofreceremos sacrificios a los ídolos, porque así quebrantaríamos los mandamientos de nuestra ley y seguiríamos un camino equivocado”.
Apenas había acabado de hablar Matatías, un judío se adelantó, a la vista de todos, para ofrecer sacrificios a los ídolos en el altar, conforme al decreto del rey. Al verlo, Matatías se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa, corrió hasta el judío y lo degolló sobre el altar. Mató, además, al enviado del rey, que obligaba a hacer sacrificios, y destruyó el altar. En su celo por la ley, imitó lo que hizo Pinjás contra Zimrí, el hijo de Salú.
Luego empezó a gritar por la ciudad: “Todo aquel que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, que me siga”. Y, dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las montañas.
Por entonces, muchos judíos que buscaban la justicia y querían ser fieles a la ley, se fueron a vivir al desierto.

Palabra de Dios.

El Evangelio del Día

Si comprendieras lo que puede conducirte a la paz.

Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó:
“¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”.

Palabra del Señor

JESÚS LLORA Y SE LAMENTA POR SU PUEBLO

Jesús se detiene a la entrada del templo, mira la ciudad y llora y se lamenta por Jerusalén. Esta ciudad, cuyo nombre significa paz, no ha sabido reconocer a Jesús como el enviado de Dios y el agente de la paz por excelencia. Él, como buen judío, revela el gran amor por el pueblo de la Alianza o la Ciudad Santa, pues a este pueblo se ha revelado todo el plan de amor y salvación de Dios. Pero la realidad es otra, pues la ciudad se convirtió en símbolo de obstinación y rechazo a todo lo que tiene que ver con la voluntad divina, y esto la conducirá a la perdición y a que no “quede piedra sobre piedra”.
Rechazar a Jesús es rechazar el plan de salvación que Dios tiene para con el pueblo elegido, que somos cada uno de los cristianos. Sentir vergüenza o indiferencia por la visita (misión) de Jesús, como lo hace la ciudad de Jerusalén, es alejar a Dios de la vida y caminar sin horizonte, pues es Dios, a través de Jesús, quien da sentido a la vida, por eso debemos tener un corazón dispuesto a acoger el mensaje salvador y poner nuestra vida al servicio de la vivencia y transmisión del mismo. La acogida de Jesús no es simplemente de palabra, es sobre todo de obra y acción, que se refleja en una existencia que se mantiene fiel a la alianza de Dios Padre.

¿La Palabra de la redención nos conduce a una paz divina y duradera?

Oración: Señor, haz que nuestra vida sea de acogida y no de rechazo, y que en cada acontecimiento sepamos reconocerte a través de nuestros hermanos.

Amén.

Shalom!
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