martes, 14 de noviembre de 2017

El Evangelio del Día

Primera Lectura


Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, pero ellos están en paz.

Del libro de la Sabiduría 2, 23–3, 9

Dios creó al hombre para que fuera inmortal, lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas, por envidia del diablo, entró la muerte en el mundo, y la experimentan quienes le pertenecen.
En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz.
La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable.
En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos.
Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.

Palabra de Dios.

 El Evangelio del Día


No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.

Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra en seguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?
Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’”.

Palabra del Señor.

LA GRATUIDAD EN EL SERVICIO

Al comenzar la lectura del libro de la Sabiduría nos encontramos con una realidad que afecta la existencia del ser humano: el problema de la “retribución”. ¿Qué sentido tiene el sufrimiento de los justos? ¿Reciben algún premio? Porque a simple vista parece que es a los malvados a los que les va bien en la vida. Pero nosotros sabemos que el sufrimiento es sólo una prueba en la vida del creyente, porque más adelante vendrá un juicio en el cual Dios intervendrá a favor del justo. Aunque a los ojos de los hombres parezca que el justo es castigado, existe una firme esperanza por la fe en la vida eterna.
El pasaje del evangelio podría prestarse para justificar las relaciones opresoras entre patrones y servidores. Pero hay que entenderlo desde el punto de vista del servicio al Reino de Dios, el cual debe ser afrontado con infatigable entrega. Todos tenemos una misión de servicio por la cual recibiremos la recompensa en el cielo si la realizamos cabalmente. Esperar que nos sirvan no fue el ejemplo de Jesús, quien se hizo el más pequeño entre los de su grupo y su raza, aun siendo Dios. Servir de la mejor manera, es la respuesta al llamado de Dios, que atiende a quien sirve. El hecho de convertirnos en servidores no es ser esclavos de algo o alguien; por el contrario, es más bien emprender un camino hacia una liberación, porque se siente más alegría en dar que en recibir.

¿Con qué libertad de espíritu asumo mi servicio en favor de los seres más cercanos que Dios me ha dado?

Oración: Toda nuestra vida te pertenece, Señor, porque de ti la hemos recibido, y hoy te entregamos, que ella sea una perenne ofrenda de amor.

Amén.


Shalom!

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