sábado, 11 de noviembre de 2017

El Evangelio del Día

PRIMERA LECTURA


Salúdense mutuamente con el saludo de paz.

De la Carta de san Pablo a los Romanos 16, 3-9.16.22-27

Hermanos: Saluden a Prisca y a Áquila, colaboradores míos en el servicio de Cristo Jesús, que por salvar mi vida arriesgaron la suya. A ellos no sólo yo, sino también todas las comunidades cristianas del mundo pagano les debemos gratitud. Saluden también a la comunidad que se reúne en casa de ellos.
Saluden a mi querido Epéneto, el primero que en la provincia de Asia se hizo cristiano. Saluden a María, que ha trabajado tanto por ustedes. Saluden a Andrónico y a Junías, mis paisanos y compañeros de prisión, que se han distinguido en predicar el Evangelio y en el apostolado, y que se hicieron cristianos antes que yo. Saluden a Ampliato, a quien tanto quiero en el Señor. Saluden a Urbano, colaborador nuestro en el servicio de Cristo, y a mi querido Estaquio.
Salúdense los unos a los otros con el saludo de paz. Todas las comunidades cristianas los saludan.
Yo, Tercio, el escribano de esta carta, también les mando un saludo en el Señor. Los saluda Gayo, que me hospeda a mí y a esta comunidad. Los saludan Erasto, administrador de la ciudad, y Cuarto, nuestro hermano.
Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes. Amén.
A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo, para siempre. Amén.

Palabra de Dios.


El Evangelio del Día


Si con el dinero, tan lleno de injusticias, no fueron fieles, ¿quién les confiará los bienes verdaderos?

Lucas 16, 9-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo. El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?
No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”. Al oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaban de Jesús. Pero Él les dijo: “Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres; pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los hombres es detestable para Dios”.

Palabra del Señor

SERVIR A DIOS, NO AL DINERO

Ser agradecidos y reconocer el esfuerzo de los demás, sobre todo en el trabajo misionero, es la lección que nos deja hoy el apóstol Pablo, con la lista de hombres y mujeres que aparecen al final de la Carta a los Romanos. Pero es una exhortación también a elevar con nuestra vida una alabanza a Dios por habernos llamado a ser sus colaboradores en la difusión de su Reino. Pues cada cristiano debe aportar su granito de arena para que el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo se dé a conocer al mundo. Nadie debe sentirse excluido de este compromiso apostólico que ha recibido desde su bautismo.
Es necesario administrar correctamente la realidad terrestre, que viene a ser “lo mínimo”, para conseguir el tesoro del cielo, “lo mucho”, lo absoluto y definitivo. No se logra esto cuando se da prioridad o se deposita la confianza en lo material, convirtiéndolo en ídolo. Es imposible servir a dos señores, a Dios y al dinero. Para el cristiano Dios debe ocupar el lugar privilegiado de su corazón. Hay un aspecto que debe quedar muy claro a la luz del evangelio: no se pide satanizar el dinero o los bienes materiales, los cuales procuran al ser humano un estado de vida digno, se pide es no dar carácter absoluto a lo que es simplemente relativo. El seguimiento del Señor exige radicalidad: o lo uno, o lo otro, pero nunca se puede tener el corazón dividido. Esto significaría caer en la idolatría, porque el dinero o los bienes materiales entran a ocupar el puesto que está reservado para Dios.

¿Cuáles son las metas que me propongo para mi vida diaria, ser productivo, multiplicar mis ingresos y mis bienes o busco el bien común en mis empresas?

Oración: Señor, tú creaste los bienes terrenales para el progreso del ser humano, no permitas que los acaparen unos pocos sino que estén al servicio de los más necesitados.

Amén.


Shalom!

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