PRIMERA
LECTURA
Trabaja
con sus hábiles manos.
Del
libro de los Proverbios 31, 10-13.19-20.30-31
Dichoso el hombre
que encuentra una mujer hacendosa: muy superior a las perlas es su valor. Su
marido confía en ella y, con su ayuda, él se enriquecerá; todos los días de su
vida le procurará bienes y no males. Adquiere lana y lino y los trabaja con sus
hábiles manos.
Sabe manejar la
rueca y con sus dedos mueve el huso; abre sus manos al pobre y las tiende al
desvalido.
Son engañosos los
encantos y vana la hermosura; merece alabanza la mujer que teme al Señor.
Es digna de gozar
del fruto de sus trabajos y de ser alabada por todos.
Palabra
de Dios.
El
Evangelio del Día
Porque
has sido fiel en cosas de poco valor, entra a tomar parte en la alegría de tu
Señor.
Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece
también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus
servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco millones;
a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se
fue.
El que recibió
cinco millones fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que
recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón
hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.
Después de mucho
tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que
había recibido cinco millones y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco
millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su
Señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en
cosas de poco valor te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la
alegría de tu señor’.
Se acercó luego el
que había recibido dos millones y le dijo: ‘Señor, dos millones me dejaste;
aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te
felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor,
te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu
señor’.
Finalmente, se
acercó el que había recibido un millón y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un
hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no
has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón bajo tierra. Aquí
tienes lo tuyo’.
El Señor le
respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y
recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco
para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el millón y
dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al
que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.
Y a este hombre
inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la
desesperación’”.
Palabra
del Señor.
DESPIERTOS
CON NUESTROS DONES
Todas las personas
pertenecientes al Reino de la salvación han sido premiadas con algo bueno
dentro de sí, son los dones que debe compartir con sus semejantes.
La primera lectura
y el evangelio nos invitan a utilizar bien los dones recibidos del Padre, como
aquella buena mujer que es capaz de ayudar y multiplicar el ciento por uno lo
que está a su alcance y entregarlo como servicio, o como quien recibió el
dinero y comenzó a trabajar con él, doblando su cantidad. Esa es la tarea de
los hermanos en Cristo: servir a la familia, que es una sola y que la congrega
el Espíritu del Resucitado. Debemos quitar de la mente las ideas egocéntricas,
materialistas e interesadas y ayudar al progreso de los demás, porque cada uno
aporta algo para el desarrollo, no sólo individual, sino de la comunidad que, a
su vez, aporta a la evolución del mundo.
La diligencia y la
fidelidad deben ser virtudes que practiquemos mientras esperamos que el Reino
de Dios se instaure plenamente. Esta espera se hace realidad cuando no nos
cruzamos de brazos. Es necesario trabajar para rendir cuentas. Somos
inconsecuentes cuando al recibir el mensaje del Evangelio lo enterramos para
refugiarnos en una seguridad estéril que nos conducirá a la desesperación.
Que en este día, la
Palabra de Dios nos ilumine la mente y el corazón, para hacer producir los
dones del Evangelio que Cristo nos revela.
Oración: Oh Dios,
concédenos estar siempre alerta esperando tu venida, cumpliendo con
responsabilidad la misión que nos has confiado en este mundo.
Amén.
Shalom!
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