miércoles, 15 de noviembre de 2017

El Evangelio del Día

PRIMERA LECTURA

Escuchen, reyes, para que obtengan la sabiduría.

Del libro de la Sabiduría 6, 1-11

Escuchen reyes, y entiendan; aprendan, soberanos de todas las naciones de la tierra; estén atentos, los que gobiernan a los pueblos y están orgullosos del gran número de sus súbditos: el Señor les ha dado a ustedes el poder; el Altísimo, la soberanía; Él va a examinar las obras de ustedes y a escudriñar sus intenciones.
Ustedes son ministros de su reino y no han gobernado rectamente, ni han cumplido la ley, ni han vivido de acuerdo con la voluntad de Dios. Él caerá sobre ustedes en forma terrible y repentina, porque un juicio implacable espera a los que mandan. Al pequeño, por compasión se le perdona, pero a los poderosos se les castigará severamente. El Señor de todos ante nadie retrocede y no hay grandeza que lo asuste; Él hizo al grande y al pequeño y cuida de todos con igual solicitud; pero un examen muy severo les espera a los poderosos.
A ustedes, pues soberanos, se dirigen mis palabras, para que aprendan a ser sabios y no pequen; porque los que cumplen fielmente la voluntad del Señor serán reconocidos como justos, y los que aprenden a cumplir su voluntad encontrarán defensa. Pongan, pues, atención a mis palabras, búsquenlas con interés y ellas los instruirán.

Palabra de Dios.


El Evangelio del Día

¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?

Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”.
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ése era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?”. Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

Palabra del Señor.

SANACIÓN Y GRATITUD

Todo poder conferido a una persona viene del Señor, del Altísimo. Por eso, toda autoridad debe gobernar con rectitud y justicia. Lamentablemente ninguno guarda la ley ni obra según la voluntad de Dios, por eso el Señor los juzgará implacablemente. Qué maravilloso sería que en nuestros gobernantes hubiera esa conciencia de que el poder viene de Dios y debe ser empleado para el bien y el progreso de los pueblos y para defender al oprimido. Oremos pues por todos los gobernantes, de modo que reciban la sabiduría que viene de lo alto y dirijan los destinos de los pueblos con equidad y justicia.
Ante la misericordia de Dios, que sana a diez leprosos, Jesús reclama, en cierto sentido, la gratuidad, no para Él, sino para el Padre, y sólo uno se dirige al Maestro para agradecerle lo que ha hecho en su vida. Un excluido social es reintegrado a la comunidad gracias a su fe. Jesús misericordioso se compadece de los desprotegidos y necesitados devolviéndoles la dignidad de hijos de Dios que los preceptos de la ley les negaba. En la vida nos encontramos también con momentos como este. Jesús actúa en nuestra vida y nosotros tenemos miedo de reconocer su misericordia. Pocas veces somos capaces de proclamar a viva voz que el poder de Cristo ha cambiado nuestro estilo de vida, esclavo del pecado, en una nueva vida, una nueva oportunidad para llegar al Reino de Dios.

Que cada vez que aparezca el sol en la mañana brille también en nuestra mente la gratitud para con Dios por el nuevo día y las cosas que nos permite realizar.

Oración: Te pedimos, Señor, que nos sanes de la ingratitud, de la indiferencia, de la sed de venganza que nos impide vivir en paz.

Amén.


Shalom!

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