jueves, 2 de noviembre de 2017

El Evangelio del Día

Primera Lectura

Sabiduría 3, 1-9

Las almas de los justos están en las manos de Dios
y no los alcanzará ningún tormento.
Los insensatos pensaban que los justos habían muerto,
que su salida de este mundo era una desgracia
y su salida de entre nosotros, una completa destrucción.
Pero los justos están en paz.

La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo,
pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad.
Después de breves sufrimientos
recibirán una abundante recompensa,
pues Dios los puso a prueba
y los halló dignos de sí.
Los probó como oro en el crisol
y los aceptó como un holocausto agradable.

En el día del juicio resplandecerán
y se propagarán como chispas en un cañaveral.
Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos,
y el Señor reinará eternamente sobre ellos.

Los que confían en el Señor comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.

Palabra de Dios.

Meditación

Si la muerte se presenta como un verdadero misterio, más aún la muerte de una persona joven o de un niño, y en general de aquellos que consideramos "inocentes". Esto, al margen de la Sagrada Escritura, no encuentra explicación, pareciera no tener sentido, sin embargo, cuando leemos que nuestra vida termina en Dios y que nuestra estancia en esta tierra es sólo un camino hacia los brazos amorosos de nuestro Padre Celestial, todo empieza a tener sentido.

Nuestra permanencia en la tierra es sólo temporal, pues nuestra casa definitiva es el Cielo. Algunos son llamados antes, otros después, pero la gran esperanza cristiana es que todos, un día, estaremos reunidos en la casa del Padre para gozar eternamente de la felicidad. Este pasaje en particular nos instruye en el hecho de que la muerte no es un castigo, sino precisamente lo contrario, pues a través de esta puerta que llamamos "muerte" es que tenemos acceso a la eternidad de Dios.

Aprendamos a ver la muerte no con temor, sino con esperanza. Para los que vivimos en el amor de Dios la muerte será quizás el momento más importante de nuestra existencia terrena; además de aprender, ayudemos a los demás a vivirlo en paz.

Oración

Señor, desconozco cuándo será el fin de mis días en esta tierra, sin embargo, espero ese día con una expectativa anhelante; sólo te pido, Señor, que cuando sea el momento yo haya verdaderamente terminado mi misión aquí y que, al mirarte cara a cara, pueda escucharte decir: "Bien, siervo bueno y fiel, pasa a disfrutar del gozo de tu Señor".

Acción

Hoy pensaré en las cosas que me gustaría aportar con mi vida y cómo me gustaría que fuera mi final en esta tierra.

Evangelio del Día
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Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el Rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.

Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.

Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna".

Palabra del Señor.

Reflexión

La lectura  nos enseña que la vida cristiana está cimentada en la caridad, y nos invita a que trabajemos en esta área tan importante de nuestra vida, ya que nuestro juicio finalmente será en base a la caridad.

Y esto no significa que las prácticas religiosas o nuestro conocimiento bíblico o teológico no sean importantes; por supuesto que lo son, pues deben ser un medio para que crezca en nosotros la fe y, con ello, la caridad. Empecemos por cosas simples, por ejemplo, visitar a los miembros de nuestra propia familia.

¿Hace cuánto que no visitas a tus abuelos o tíos que están enfermos o necesitados? ¿Qué calidad de visita es la que practicas con ellos: la clásica visita de doctor? Si no somos capaces de vivir lo más sencillo, atendiendo a nuestra propia familia, qué difícil será que lo hagamos por los demás. No olvidemos que en esto se está decidiendo nuestra felicidad.

Shalom!

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