lunes, 30 de octubre de 2017

El Evangelio del Día

Primera Lectura
Resultado de imagen para Romanos 8, 12-17
Romanos 8, 12-17

Hermanos: Nosotros no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta; pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu, destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.

Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios.

El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados junto con él.

Palabra de Dios.

Meditación

Uno de los capítulos más esperanzadores de la Sagrada Escritura podría ser el que estamos leyendo, pues en él  Pablo nos presenta el antídoto contra la acción del pecado, la gracia, la cual nos viene por la inhabitación del Espíritu Santo. Es en realidad él, quien siendo Dios, tiene la fuerza para vencer nuestras debilidades y con ello mantenernos en total comunión con el Padre.

Es el Espíritu Santo quien, por otro lado, testifica desde lo más profundo de nuestro corazón que somos hijos de Dios, lo que nos hace sentirnos amados aún en las circunstancias más difíciles de nuestra vida. Este Espíritu lo hemos recibido todos los bautizados, pero desafortunadamente no todos lo hemos dejado desarrollarse en nuestra vida. La falta de oración y de contacto con la Escritura, la poca o apresurada práctica de los sacramentos van causando un anquilosamiento del Espíritu, lo que provoca una gran debilidad espiritual que no resiste los embates del pecado. Y en las circunstancias difíciles de nuestra vida no permite que nos sintamos amados, lo que provoca, en no pocas ocasiones, angustia y soledad. Es momento de ir tomando más gusto por una vida espiritual más profunda enraizada en la oración, la lectura y meditación de la palabra de Dios y los sacramentos. Dale lugar al Espíritu y tu vida estará llena de felicidad.

Oración

Si no te reflejo, mi Señor, si la gente no ve en mí a un hijo de Dios que se siente amado y abrazado por ti, es por mi falta de vida espiritual; soy una persona más que no sobresale del resto del mundo, prefiero tener una vida "tranquila" y evitar la persecución por causa de Cristo.

Acción

Haré todo lo que esté a mi alcance por estar en gracia para poder recibir a Jesús, y dejaré que la gracia de Dios, por medio del Espíritu Santo que habita en mí, me vaya transformando y que pueda transmitir la felicidad de ser hijo de Dios.

Evangelio del Día
Resultado de imagen para Lucas 13, 10-17
Lucas 13, 10-17

Un sábado, estaba Jesús enseñando en una sinagoga. Había ahí una mujer que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu malo. Estaba encorvada y no podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Le impuso las manos y, al instante, la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiera hecho una curación en sábado, le dijo a la gente: "Hay seis días de la semana en que se puede trabajar; vengan, pues, durante esos días a que los curen y no el sábado".

Entonces el Señor dijo: "¡Hipócritas! ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro del pesebre para llevarlo a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo atada durante dieciocho años, ¿no era bueno desatarla de esa atadura, aun en día de sábado?"

Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron en vergüenza; en cambio, la gente se alegraba de todas las maravillas que él hacía.

Palabra del Señor.

Reflexión

El señor desata todo aquello que el demonio ha atado, para hacer desdichada nuestra vida, para que nuestra existencia se vea truncada. A veces, por la rigidez de nuestros pensamientos, le impedimos a Dios actuar. Nos parecemos al jefe de la sinagoga, cuando colocamos por encima de la dignidad de la persona las tradiciones, las costumbres, la normativa humana. Pidamos a Dios que nos permita tener libertad de pensamiento. Pues sólo Él puede realizar en nuestra vida las acciones maravillosas de liberación y sanación que hizo en otro tiempo. Sólo Él puede hacer obras aun mayores para que nosotros tengamos motivos de dar gracias y glorificar el nombre del Señor, quien sigue realizando obras de salvación por su pueblo, por nuestro pueblo.

¿Mi mente tiene la apertura necesaria para reconocer que Jesús puede seguir realizando prodigios de misericordia para con nosotros?

Oración: Jesús, te pido que nos dejemos curar por ti, que quieres darnos la luz de Dios. Líbranos de la rigidez de vida que no nos deja actuar según tu voluntad.

Amén.


Shalom!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario