Primera
Lectura
Romanos 3, 21-30
Hermanos:
La actividad salvadora de Dios, atestiguada por la ley y los profetas se ha
manifestado ahora independientemente de la ley. Por medio de la fe en
Jesucristo, la actividad salvadora de Dios llega, sin distinción alguna, a
todos los que creen en él.
En
efecto, como todos pecaron, todos están privados de la presencia salvadora de
Dios; pero todos son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la
redención llevada a cabo por medio de Cristo Jesús, al cual Dios expuso
públicamente como la víctima que nos consigue el perdón por la ofrenda de su
sangre, por medio de la fe.
Así
nos enseña Dios lo que es su actividad salvadora: perdona los pecados cometidos
anteriormente, que soportó con tanta paciencia, y nos da a conocer, en el
tiempo actual, que él es el justo que salva a todos los que creen en Cristo
Jesús.
¿En
dónde quedó, pues, tu derecho a gloriarte? Ha sido eliminado. ¿Por cumplir la
ley? De ninguna manera, sino por aceptar la fe. Porque sostenemos que el hombre
es justificado por la fe y no por hacer lo que prescribe la ley de Moisés.
¿Acaso Dios es Dios sólo de los judíos? ¿No lo es también de los no judíos?
Evidentemente que sí, puesto que no hay más que un sólo Dios, que justifica por
medio de la fe tanto a los judíos como a los no judíos.
Meditación
Lutero,
en 1519, leyendo este texto, llegó a una de las verdades que la Iglesia ha
proclamado siempre: "El hombre es justificado por la fe en Cristo
Jesús". El problema que tuvo y que ha mantenido a la Iglesia dividida por
casi 500 años, es el identificar la justificación con la salvación escatológica
(es decir, con la entrada definitiva al cielo). Por ello, el centro de este
problema se mueve en dos ejes: por un lado el hecho de que la palabra en griego
"Dikaiosin", que en sí misma significa "hacer justo", debe
entenderse como lo hacen ahora la mayoría de los teólogos como
"Rehabilitar".
Es
decir, la fe en Cristo hace al hombre hábil para realizar las obras del
Evangelio y le da acceso al cielo. Por otro lado, como consecuencia de lo
anterior, es necesario reconocer que el hecho de que una persona haya sido
rehabilitada por la fe en Cristo, no significa que independientemente de su
vida moral (de sus obras) obtendrá aquello que ha sido ganado por Cristo.
Sólo
de esa manera pueden tener unidad y corregencia toda la Escritura, pues si no
es así, ¿cómo entenderíamos las frases de Jesús: "no todo el que me dice
Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que HACE LA VOLUNTAD
DEL PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS", o la del apóstol Santiago cuando dice:
"Muéstrame tu fe sin obras que yo con mis obras te mostraré mi fe"?
Este pasaje nos tiene entonces que llevar a que nuestra fe en Cristo, la cual
nos rehabilita y nos abre las puertas del Cielo, debe ser una FE ACTIVA, una fe
que se hace patente con nuestro obrar diario. ¿Es así tu fe?
Oración
Señor,
sólo movido por tu Santo Espíritu es que yo puedo dar testimonio de mi opción
por ti, haciendo las cosas que te agradan, velando por las necesidades del
huérfano y de la viuda, amando a los demás como tú me amas, dando la vida por
mi prójimo. Que mi fe no sea un constante decir: "creo en ti", sino
un constante actuar: "porque te creo, haré lo que me pides".
Acción
Hoy
practicaré la caridad en donde me encuentre: regalando una sonrisa, ayudando
material o económicamente a quien más lo necesite, obedeciendo a mis superiores
(papás, jefes, maestros).
El
Evangelio del Día
Lucas 11, 47-54
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley: “¡Ay de ustedes,
que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes
asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres
hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyeron el sepulcro.
Por
eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los
matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de
la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del
mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el
atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.
¡Ay
de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del
saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el
paso”.
Luego
que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo
terriblemente con muchas preguntas y a ponerle trampas para ver si podían
acusarlo con alguna de sus propias palabras.
Palabra del Señor.
Reflexión
El
mundo está hoy necesitando que los cristianos retomemos nuestro papel como
profetas. Hombres y mujeres que sepan hablar con valentía, que tengan el coraje
de anunciar el Reino y de denunciar aquello que se opone a éste. No es fácil,
pues la suerte del profeta siempre es la misma: el desprecio, el descrédito,
incluso la muerte.
Sin
embargo, ¿cómo podemos quedarnos callados cuando vemos que nuestro mundo va
caminando a la oscuridad; cuando los valores morales van desapareciendo, cuando
el cristianismo se ha hecho una rutina ritual en lugar de una forma de vida?
¿No te parece que ya es tiempo de tomar de nuevo nuestro papel como bautizado,
como heraldos de la buena noticia del Evangelio?
Shalom!
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