viernes, 13 de octubre de 2017

EL EVANGELIO DEL DÍA

Primera Lectura

Meditación

El profeta Joel es testigo de la devastación y la desolación e invita al pueblo a regresar al Señor; a retomar las prácticas penitenciales, que en otro tiempo se consideraron vacías y sin sentido. Todas las calamidades que vive el pueblo de Dios son una invitación constante a llevar una vida religiosa, una vida apegada a la Palabra y con un fuerte aspecto penitencial y disciplinario para no caer en el pecado y apartarse de Dios.

Estas prácticas, que incluso hoy en día se tienen muy devaluadas dentro de la praxis de nuestra Iglesia, continúan siendo, como en el tiempo de Joel, las herramientas espirituales que evitan que la desolación y la muerte caigan sobre nosotros. Sin embargo, poco o nulo caso hacemos de ello. El mismo Jesús, la noche que fue traicionado, les decía a sus discípulos: "Velen y oren para que no caigan en la tentación". Es triste ver cómo, tanto la práctica de la oración como la de la penitencia se han ido extinguiendo en la Iglesia.

Es raro que la gente de hoy haga penitencia, hasta en los días marcados por la Iglesia no falta quien busca escaparse de ella. Y luego nos preguntamos ¿por qué hay tanta violencia, por qué matan y secuestran a nuestros familiares y amigos, por qué hay tantos problemas sociales en el pueblo de Dios? La respuesta es simple: hemos abandonado al Señor. Por eso las palabras de Joel deben resonar con toda su fuerza hoy en nuestros corazones: "Hagan penitencia y lloren, giman, vengan, acuéstense en el suelo vestidos de sayal".

Oración

Señor, vivimos ya en los tiempos en los que se nos ha quitado al Novio, te han dejado fuera del gobierno, las empresas, las escuelas y los hogares; queremos, con la fuerza de tu Espíritu, hacer de ordinario una vida de penitencia.

Acción

Ayunaré un día a la semana.

EL EVANGELIO DEL DÍA

Lucas 11, 15-26

En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: "Este expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.

Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: "Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: 'Volveré a mi casa, de donde salí'. Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes".

Palabra del Señor.

Reflexión

Este discurso de Jesús se genera a propósito de la expulsión de un demonio. Con este pasaje nos deja en claro la existencia de los “ángeles malos” o demonios. Esto lo digo porque hoy es común encontrar personas que niegan su existencia y atribuyen la acción demoniaca a factores únicamente “psicológicos” o “paranormales”. Esta es una de las tácticas favoritas del enemigo del Reino, pasar inadvertido, de incógnito, para tomar a sus víctimas por sorpresa. Es real.

Si bien es cierto que difícilmente puede tomar posesión de una persona, para lo cual necesita un permiso especial de Dios, se ensaña destruyendo o dañando la vida de quien le da cabida, sea con base en la tentación (medio ordinario de su acción), sea mediante la perturbación (la cual requiere una permisión de parte nuestra).

Los juegos como la ouija, la lectura de las cartas y el café, la consulta de adivinos, abren la puerta para que Satanás pueda tener acceso a nuestra vida, no sólo mediante la tentación, sino a ciertas áreas de nuestra vida (pues debilita la fe y la gracia, que son nuestras barreras contra su obrar). Quien ha tenido trato con estas cosas debe confesarse y pedir al Pastor o Sacerdote que ore por él mientras se hace una profesión de fe y se renuevan las promesas bautismales. Si sabes de alguien que ha estado en contacto con esto, es tu deber como cristiano de advertirle y ayudarlo para que pueda recobrar la gracia y cerrar su puerta a la acción del demonio. De esta manera estarás, como Cristo, construyendo el Reino.


Shalom!

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