sábado, 21 de octubre de 2017

El Evangelio del Día

Primera Lectura

Romanos 4, 13.16-18

Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abrahán y a sus descendientes, de que ellos heredarán el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe.
En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe en Abrahán. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: “Te he constituido padre de todos los pueblos”.
Así pues, Abrahán es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: “Así de numerosa será tu descendencia”.

Palabra de Dios.

Meditación

Jesús ha experimentado el rechazo a lo largo de toda su vida y sabe que los poderosos de su pueblo lo buscan para matarlo porque ha denunciado su pecado, su maldad, su hipocresía. Jesús tolera y acepta el maltrato y el rechazo como consecuencias de su misión, sabe que tiene un límite en el tiempo cronológico, pero lo que sí no acepta es la hostilidad contra el Espíritu Santo, pues será Él la fuerza dinamizadora que permanecerá en el tiempo para animar, defender e iluminar a los suyos hasta la planificación de su reinado (parusía).
De ahí que, reconocer al Hijo de Dios en medio de cualquier situación es ponerse en contra de toda hipocresía, en contra de todo aquello que atente contra la salvación y la vida nueva.

El Evangelio del Día

Lucas 12, 8-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.

A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.

Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir".

Palabra del Señor.

Reflexión

En este texto Jesús nos habla de uno de los temas que más impactan a nuestro cristianismo: el testimonio.

El tema no sólo es fundamental, sino que lo trata de una manera radical: ‘Si alguno se avergüenza de mí’. Teniendo este texto en mente, podemos darnos cuenta que el testimonio no es sólo el hablar de Jesús, el ejercer nuestra misión profética sino, incluso cuando sale el tema, declararnos abiertamente cristianos, seguidores de Jesús y en todo momento sentirnos orgullosos de serlo.

Es triste ver que personas que en lo privado (o en reuniones con otros hermanos) se manifiestan como buenos cristianos, en público tienen miedo de ser identificados como tales pues temen a la burla o al desprecio y prefieren pasar desapercibidos, ocultando su condición cristiana. Es común ver familias que en la intimidad de su hogar se persignan y hacen una pequeña oración antes de comer para dar gracias al Señor por los dones, pero cuando están en los restaurantes o en otros ambientes (en donde sería muy oportuno que se manifestaran como cristianos) sienten pena y prefieren simplemente ponerse a comer. Todo esto es avergonzarse de Jesús.

Hermano, debemos sentirnos realmente orgullosos de ser parte de su equipo, de ser sus seguidores. Muéstrate en todo momento como un fiel amigo de Jesús, muéstrale de esta manera cuánto le amas.


Shalom!

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