Primera
Lectura
Romanos 4, 1-8
Hermanos:
¿Qué diremos de Abraham, padre de nuestra raza? Si Abraham hubiera obtenido la
justificación por sus obras, tendría de qué estar orgulloso, pero no delante de
Dios. En efecto, ¿qué dice la Escritura? Abraham le creyó a Dios y eso le valió
la justificación.
Al
que, gracias a su trabajo, tiene obras, no se le da su paga como un regalo,
sino como algo que se le debe. En cambio al que no tiene obras, pero cree en
aquel que justifica al pecador, su fe le vale la justificación.
En
este sentido, también David proclama dichoso al hombre a quien Dios tiene por
justo, independientemente de las obras: Dichosos aquellos cuyas maldades han
sido perdonadas y cuyos pecados han sido sepultados. Dichoso el hombre a quien
el Señor no le toma en cuenta su pecado.
Meditación
A
lo largo de este capítulo, san Pablo pondrá como testimonio de la gratuidad de
la salvación a los grandes profetas del AT. En él veremos cómo efectivamente es
por medio de la fe como nos abrazamos a la obra salvadora de Jesús, pero
veremos que precisamente esa fe es la que les hizo capaces de vencer todas las
dificultades que se presentaron en su camino, para finalmente realizar en su
vida el proyecto de Dios, con lo cual contribuyeron a la obra de la redención.
En
otras palabras, es la fe la que sostiene y da sentido a todo nuestro trabajo en
la construcción del Reino. La fe en los patriarcas y en los profetas fue el
elemento que permitió que se construyera la senda por la cual Dios camina en la
vida del pueblo. También nosotros estamos llamados a ser artífices de esta
obra, pues el Reino, aunque inaugurado, aún no llega a su plenitud. Pon al servicio
de Dios tus dones y tus talentos, y fortalece tu fe con la oración para que
Dios pueda realizar a través de ti su proyecto salvífico en tu familia y en tu
comunidad.
Oración
Señor,
qué maravillosos testimonios de fe encontramos en las Escrituras, ayúdanos a
nosotros también a que con nuestras obras participemos, junto con ellos, en la
instauración del Reino de los cielos aquí y ahora.
Acción
Hoy
repetiré constantemente: Lo que es imposible para mí, es posible para Dios.
El Evangelio
del Día
Lucas 12, 1-7
En
aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número, que se
atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:
“Cuídense
de la levadura de los fariseos, es decir, de la hipocresía. Porque no hay nada
oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse.
Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a plena luz,
y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas.
Yo
les digo a ustedes, amigos míos: no teman a aquellos que matan el cuerpo y
después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de temer:
teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar de
castigo. Se lo repito: a Él sí tienen que temerlo.
¿No
se venden cinco pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de
ellos se olvida Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su
cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos
los pajarillos”.
Palabra del Señor
Reflexión
Ser
testigo auténtico de Cristo no es fácil, nunca lo ha sido. La oscuridad
continúa rechazando a la luz. Sin embargo, hoy Jesús nos dice: NO TEMAN. Qué
palabras tan consoladoras para nosotros, ya que es el mismo Dios quien nos las
dice.
¿Estás
siendo perseguido, rechazado, juzgado, calumniado? Pues no temas, vales mucho a
los ojos de Dios. Él te sostendrá, te cuidará, y te dará la fuerza para serle
fiel. Su amor y su Espíritu te acompañarán hasta el final del camino.
Shalom!
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