Primera
Lectura
El que les envió las desgracias les enviará también la eterna alegría.
Meditación
La
Escritura nos ilumina hoy sobre un sentimiento que aun los cristianos estamos
tentados de experimentar: el coraje contra un Dios que es INFINITAMENTE BUENO Y
MISERICORDIOSO. Nos gustaría (cuando no somos nosotros o algún ser querido los
que están involucrados), que todos aquellos que violan, asaltan, que maltratan
y ultrajan a los menores; en una palabra, que todos aquellos que hacen el mal,
pasaran el resto de su vida en la tierra de la manera más miserable posible y
que finalmente fueran expulsados al infierno para que ahí sufrieran por toda la
eternidad en pago por lo que hicieron.
Y
la verdad es que si no se arrepienten, así será su vida y su destino final. Sin
embargo, no podemos nosotros tomar la actitud de Jonás, sino que nosotros, los
discípulos de Jesús, estamos llamados a orar por todos ellos, para que abran su
corazón y se conviertan, para que dejen que el amor de Dios toque su corazón,
para que su vida se transforme. Ellos, como nosotros, fueron llamados a la Vida
y es difícil juzgar las situaciones de su vida que les ha impedido conocer el
amor de Dios, por lo cual, han sido lo que han sido.
Jesús
nos dijo: "Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso". No
dejemos, pues, que los malos sentimientos se apoderen de nuestro corazón,
tengamos compasión para todos, como Dios la tiene con nosotros, y en la medida
de nuestras posibilidades seamos el medio para que cambien su vida y
experimenten el perdón y la vida divina.
Oración
Señor Dios Padre, tú que haces llover sobre justos y pecadores, ayúdame a ser compasivo
también con aquellas personas que cometen actos malos, y a entender que si tú
no me juzgas por mis acciones, yo tampoco debo juzgar a nadie.
Acción
Hoy haré una oración especial por todas las
personas que no han aprendido a hacer el bien y pediré la fortaleza del
Espíritu Santo para que yo sea un medio de Evangelización.
EL
EVANGELIO DEL DÍA
Reflexión
Esta oración, a pesar de parecer tan simple,
es la oración más perfecta que existe. Sobre todo, porque nos revela que Dios
es un Padre y que se comporta como tal. Por ello nos podemos acercar con toda
confianza a él sabiendo que no fallará.
La Iglesia lo ha reconocido así, y por ello,
recomienda que se rece tres veces al día: en la mañana como parte de las
Laudes, en la Misa, y al caer la tarde como parte de las Vísperas. Esta pequeña
oración bien rezada tiene una profundidad tan grande que es capaz de llevarnos
incluso a las más altas contemplaciones; el problema es que está tan desgastada
que la mayoría de los cristianos la dicen de memoria y como pericos.
Intenta este día rezarla en paz, con un
corazón abierto al Señor y verás cómo la presencia de Dios se hace realmente
fuerte en tu vida.
Shalom!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario