domingo, 29 de octubre de 2017

EL Evangelio del Día

Primera Lectura

Éxodo 22, 20-26

Esto dice el Señor a su pueblo: “No hagas sufrir ni oprimas al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a espada, tus mujeres quedarán viudas y tus hijos, huérfanos.
Cuando prestes dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portes con él como usurero, cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque no tiene otra cosa con qué cubrirse; su manto es su único cobertor y si no se lo devuelves, ¿cómo va a dormir? Cuando él clame a mí, yo lo escucharé, porque soy misericordioso”.

Palabra de Dios.

Evangelio del Día



Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a Él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.


Palabra del Señor.

LA ÉTICA DEL AMOR

Las lecturas hoy nos convoca a comprometernos en el amor a Dios y al prójimo, de tal modo que todos experimentemos la ternura de Dios en nuestras acciones.

Las leyes (normas de vida) que el Señor da a su pueblo, subrayan un denominador común: el cuidado de los más indefensos y necesitados. Y el hecho de que estas “normas” se hayan establecido en el contexto de la Alianza de Dios con su pueblo le dan una dimensión religiosa y teológica incuestionable: se nos muestra cómo puede realizarse la comunión con Dios en la existencia de los humildes y con el prójimo necesitado. Y el amor es la clave. Amar a Dios amando al prójimo, en esto se sintetiza todo, afirma Jesús. Pues, lo que le da gloria a Dios, precisamente, es que amemos al prójimo como lo amamos a Él. Y ¿cómo podemos hacerlo? A través de la práctica. En esto Pablo es claro: nada de palabras vacías, sino obras concretas, que manifiesten con radicalidad la adhesión y pertenencia de la vida al Crucificado, que un exceso de amor entregó su vida por la salvación de todos.
Amar a Dios con todos los sentimientos del corazón, con todos los pensamientos de la mente, con todas las acciones de nuestro diario vivir; ayudar al necesitado, ser incondicionales en el servicio que prestamos, estar atentos a las nuevas carencias de quienes nos rodean; vivir para amar a Dios, en todo tiempo y lugar; hacer de la misericordia y la solidaridad los puntales de la existencia personal y comunitaria; amar a Dios para que Él se adueñe de nosotros y despliegue su amor desde nosotros a los hermanos, son acciones que deben marcar nuestro camino de fe en la marcha hacia la plenitud de la vida. Hoy es tiempo de volver la mirada al hermano.

¿El amor es la experiencia de la voluntad y de la emoción que articulan toda mi vida?

Oración: El reto que nos haces, Señor, de amar al prójimo con la misma medida con que amamos a Dios, no es fácil, pero si tú estás con nosotros, todo es posible.

Amén.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario