Primera
Lectura
2 Timoteo 4, 9-17
Querido
hermano: Haz lo posible por venir a verme cuanto antes, pues Dimas, prefiriendo
las cosas de este mundo, me ha abandonado y ha partido a Tesalónica. Crescencio
se fue a Galacia, y Tito, a Dalmacia. El único que me acompaña es Lucas. Trae a
Marcos contigo, porque me será muy útil en mis tareas. A Tíquico lo envié a
Efeso.
Cuando
vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróade, en la casa de Carpo. Tráeme
también los libros y especialmente los pergaminos.
Alejandro,
el herrero, me ha hecho mucho daño. El Señor le dará su merecido. Cuídate de
él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.
La
primera vez que me defendí ante el tribunal, nadie me ayudó. Todos me
abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me
dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de
salvación y lo oyeran todos los paganos.
MEDITACION
Una
de las cosas que más ayudan para nuestro crecimiento espiritual es el tener un
buen maestro y la compañía de hermanos que piensan como nosotros y que están
también buscando la santidad y el agradar en todo al Señor, siendo radicales en
el seguimiento del Evangelio.
Aunque
no es el tema propio de este texto, vemos en el trasfondo a San Lucas, quien
encontraría a San Pablo muy posiblemente en su segundo viaje misionero y a
partir de ahí lo acompañará siempre hasta el final de sus días. San Lucas, que
de acuerdo a lo que él mismo nos dice, lo investigará personalmente con los
propios testigos oculares, de San Pablo aprendió a amar a Jesús con todo su
corazón, a descubrir en él la razón de su vida.
Vio
a San Pablo predicar con pasión, lo vio sufrir por Cristo, lo vio pasar largas
horas en oración; en una palabra, aprendió de San Pablo lo que significa ser y
vivir como un auténtico cristiano enamorado del Dios que lo ha salvado y que le
ha dado razón a su vida.
Busca
tú también tener amigos santos, hombres y mujeres que, como tú, busquen a Dios;
con los cuales puedas crecer, aprender de su vida y de su oración. Como dice el
libro del Eclesiástico: quien encuentra un amigo, ha encontrado verdaderamente
un tesoro.
ORACION
Padre
lleno de amor, que nos iluminas con la luz de la Palabra para alcanzar la vida
que nos tienes preparada desde antes de la creación del mundo, derrama sobre
nosotros tu Espíritu Santo para que, atentos a esa Palabra, sigamos a tu Hijo
llevando nuestra cruz, pero atentos a las necesidades de nuestros hermanos para
que merezcamos ser partícipes de esa vida que él nos ha ganado en la cruz. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
ACCION
Atento
al llamado que Dios me hace a ser solidario con mis hermanos que sufren,
dedicaré algo de mi tiempo o de mis bienes para socorrer las necesidades de
algún hermano que lo requiera.
El Evangelio
del Día
Lucas 10, 1-9
En
aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por
delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les
dijo: "La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto,
al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo
los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni
sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en
una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de
la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense
en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho
a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los
reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se
acerca a ustedes el Reino de Dios’".
Reflexión
Jesús
continúa llamando hombres y mujeres de todas edades y condiciones para que se
unan al grupo de apóstoles, al grupo de hermanos y hermanas que,
infatigablemente, anuncian por doquier la Buena Nueva del Evangelio.
No
siempre es fácil pues, por un lado nos encontramos con la fragilidad de la
naturaleza humana, y con ello, la pereza, el desinterés, la pena, la falta de
preparación y, por otro lado, con la dificultad propia de presentar a los demás
un mensaje que, a simple vista, parecería traer sólo más problemas y
restricciones a la vida.
Sin
embargo, si nosotros le respondemos con generosidad, como lo hizo san Lucas y
muchísimos hermanos y hermanas a lo largo de la historia, lograremos establecer
el Reino, y con ello, llegará la paz y la armonía a nuestra casa, a nuestra
sociedad, en fin, a nuestro mundo. No dejemos a Jesús trabajar solo, únete hoy
a su equipo de evangelizadores, te lo aseguro: No te vas a arrepentir.
Shalom!
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