martes, 31 de octubre de 2017

El Evangelio del Dia

Primera Lectura
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Romanos 8, 18-25

Hermanos: Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios.

La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió, pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Porque ya es nuestra la salvación, pero su plenitud es todavía objeto de esperanza. Esperar lo que ya se posee no es tener esperanza, porque, ¿cómo se puede esperar lo que ya se posee? En cambio, si esperamos algo que todavía no poseemos, tenemos que esperarlo con paciencia.

Palabra de Dios.

Meditación

Nuestra vida es tan efímera que bien vale la pena poner la frase con la que inicia san Pablo este pasaje en el centro de nuestro corazón, de la misma manera que lo hizo un hospital en Los Ángeles, en donde a la entrada del mismo recuerda a todos los enfermos que nuestra esperanza no está en esta tierra, la cual, sometida al desorden, causa en nuestra vida enfermedad, dolor, angustias.

Sin embargo, todo lo que sufrimos, por muy difícil que nos parezca este sufrimiento, no se compara en nada a la "gloria que se ha de manifestar en nosotros". Recuerdo una frase de Carlos de Focauld que decía: "La vida en esta tierra es como una noche pasada en un mal hotel".

Es, pues, muy reconfortante recordar, sobre todo cuando nos encontramos en medio de una situación de dolor o de enfermedad, que la vida termina en los brazos amorosos del Padre. En esto se basa la esperanza cristiana, que en nuestro interior estamos seguros que al final de nuestros sufrimientos estará Jesús esperándonos para introducirnos en el cielo para vivir con él toda la eternidad

Oración

Señor, a veces siento que mis problemas son más grandes que los de los demás y que nadie ha sufrido lo que yo he sufrido, pero al contemplarte, clavado en la cruz, sé que mis penas jamás se acercarán a lo que tú padeciste por mí. Por eso, desde hoy me abandono en ti, porque sé que la recompensa es grande: contemplar tu rostro por toda la eternidad.

Acción

Cada problema, enfermedad o sufrimiento que se me presente, lo ofreceré al Señor y lo pondré como peldaño en mi camino hacia la gloria de Dios.

Evangelio del Día
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Lucas 13, 18-21


En aquel tiempo, Jesús dijo: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a la semilla de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció y se convirtió en un arbusto grande y los pájaros anidaron en sus ramas".

Y dijo de nuevo: "¿Con qué podré comparar al Reino de Dios? Con la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina y que hace fermentar toda la masa".

Palabra del Señor.

Reflexión

Este pasaje nos llena de esperanza, pues nos instruye sobre una realidad muy importante del Reino, y es el hecho de que éste se realiza de manera, podríamos decir, oculta, pero que con el tiempo llega a ser "como un gran árbol".

A veces nos podría dar la impresión de que nada ha cambiado en nuestra vida o en nuestros ambientes; que todo nuestro trabajo apostólico y nuestro esfuerzo por instaurar "el Reino de Dios" ha sido en vano. Tantos años de evangelización y aún el pecado reina en tantos lugares, esto sería como para desanimar a cualquiera.

Sin embargo, si miramos atentamente, nos daremos cuenta que "la levadura" está haciendo su efecto y que la masa, aunque despacio, se va fermentando. Lo importante para que se fermente la masa es que tenga levadura; si la levadura está presente, tarde o temprano toda la masa terminará por fermentar.

De manera que no nos desanimemos; Dios nos pide ser "levadura", llevar a todos nuestros ambientes el "buen aroma del Evangelio"; de lo demás, él mismo se encargará a su debido tiempo. Si tu vida y tu testimonio son acordes con el Evangelio, tarde o temprano el Reino será una realidad visible como el árbol de mostaza


Shalom!

lunes, 30 de octubre de 2017

El Evangelio del Día

Primera Lectura
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Romanos 8, 12-17

Hermanos: Nosotros no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta; pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu, destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.

Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios.

El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados junto con él.

Palabra de Dios.

Meditación

Uno de los capítulos más esperanzadores de la Sagrada Escritura podría ser el que estamos leyendo, pues en él  Pablo nos presenta el antídoto contra la acción del pecado, la gracia, la cual nos viene por la inhabitación del Espíritu Santo. Es en realidad él, quien siendo Dios, tiene la fuerza para vencer nuestras debilidades y con ello mantenernos en total comunión con el Padre.

Es el Espíritu Santo quien, por otro lado, testifica desde lo más profundo de nuestro corazón que somos hijos de Dios, lo que nos hace sentirnos amados aún en las circunstancias más difíciles de nuestra vida. Este Espíritu lo hemos recibido todos los bautizados, pero desafortunadamente no todos lo hemos dejado desarrollarse en nuestra vida. La falta de oración y de contacto con la Escritura, la poca o apresurada práctica de los sacramentos van causando un anquilosamiento del Espíritu, lo que provoca una gran debilidad espiritual que no resiste los embates del pecado. Y en las circunstancias difíciles de nuestra vida no permite que nos sintamos amados, lo que provoca, en no pocas ocasiones, angustia y soledad. Es momento de ir tomando más gusto por una vida espiritual más profunda enraizada en la oración, la lectura y meditación de la palabra de Dios y los sacramentos. Dale lugar al Espíritu y tu vida estará llena de felicidad.

Oración

Si no te reflejo, mi Señor, si la gente no ve en mí a un hijo de Dios que se siente amado y abrazado por ti, es por mi falta de vida espiritual; soy una persona más que no sobresale del resto del mundo, prefiero tener una vida "tranquila" y evitar la persecución por causa de Cristo.

Acción

Haré todo lo que esté a mi alcance por estar en gracia para poder recibir a Jesús, y dejaré que la gracia de Dios, por medio del Espíritu Santo que habita en mí, me vaya transformando y que pueda transmitir la felicidad de ser hijo de Dios.

Evangelio del Día
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Lucas 13, 10-17

Un sábado, estaba Jesús enseñando en una sinagoga. Había ahí una mujer que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu malo. Estaba encorvada y no podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Le impuso las manos y, al instante, la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiera hecho una curación en sábado, le dijo a la gente: "Hay seis días de la semana en que se puede trabajar; vengan, pues, durante esos días a que los curen y no el sábado".

Entonces el Señor dijo: "¡Hipócritas! ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro del pesebre para llevarlo a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo atada durante dieciocho años, ¿no era bueno desatarla de esa atadura, aun en día de sábado?"

Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron en vergüenza; en cambio, la gente se alegraba de todas las maravillas que él hacía.

Palabra del Señor.

Reflexión

El señor desata todo aquello que el demonio ha atado, para hacer desdichada nuestra vida, para que nuestra existencia se vea truncada. A veces, por la rigidez de nuestros pensamientos, le impedimos a Dios actuar. Nos parecemos al jefe de la sinagoga, cuando colocamos por encima de la dignidad de la persona las tradiciones, las costumbres, la normativa humana. Pidamos a Dios que nos permita tener libertad de pensamiento. Pues sólo Él puede realizar en nuestra vida las acciones maravillosas de liberación y sanación que hizo en otro tiempo. Sólo Él puede hacer obras aun mayores para que nosotros tengamos motivos de dar gracias y glorificar el nombre del Señor, quien sigue realizando obras de salvación por su pueblo, por nuestro pueblo.

¿Mi mente tiene la apertura necesaria para reconocer que Jesús puede seguir realizando prodigios de misericordia para con nosotros?

Oración: Jesús, te pido que nos dejemos curar por ti, que quieres darnos la luz de Dios. Líbranos de la rigidez de vida que no nos deja actuar según tu voluntad.

Amén.


Shalom!

domingo, 29 de octubre de 2017

EL Evangelio del Día

Primera Lectura

Éxodo 22, 20-26

Esto dice el Señor a su pueblo: “No hagas sufrir ni oprimas al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a mí, ciertamente oiré yo su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a espada, tus mujeres quedarán viudas y tus hijos, huérfanos.
Cuando prestes dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portes con él como usurero, cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque no tiene otra cosa con qué cubrirse; su manto es su único cobertor y si no se lo devuelves, ¿cómo va a dormir? Cuando él clame a mí, yo lo escucharé, porque soy misericordioso”.

Palabra de Dios.

Evangelio del Día



Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a Él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.


Palabra del Señor.

LA ÉTICA DEL AMOR

Las lecturas hoy nos convoca a comprometernos en el amor a Dios y al prójimo, de tal modo que todos experimentemos la ternura de Dios en nuestras acciones.

Las leyes (normas de vida) que el Señor da a su pueblo, subrayan un denominador común: el cuidado de los más indefensos y necesitados. Y el hecho de que estas “normas” se hayan establecido en el contexto de la Alianza de Dios con su pueblo le dan una dimensión religiosa y teológica incuestionable: se nos muestra cómo puede realizarse la comunión con Dios en la existencia de los humildes y con el prójimo necesitado. Y el amor es la clave. Amar a Dios amando al prójimo, en esto se sintetiza todo, afirma Jesús. Pues, lo que le da gloria a Dios, precisamente, es que amemos al prójimo como lo amamos a Él. Y ¿cómo podemos hacerlo? A través de la práctica. En esto Pablo es claro: nada de palabras vacías, sino obras concretas, que manifiesten con radicalidad la adhesión y pertenencia de la vida al Crucificado, que un exceso de amor entregó su vida por la salvación de todos.
Amar a Dios con todos los sentimientos del corazón, con todos los pensamientos de la mente, con todas las acciones de nuestro diario vivir; ayudar al necesitado, ser incondicionales en el servicio que prestamos, estar atentos a las nuevas carencias de quienes nos rodean; vivir para amar a Dios, en todo tiempo y lugar; hacer de la misericordia y la solidaridad los puntales de la existencia personal y comunitaria; amar a Dios para que Él se adueñe de nosotros y despliegue su amor desde nosotros a los hermanos, son acciones que deben marcar nuestro camino de fe en la marcha hacia la plenitud de la vida. Hoy es tiempo de volver la mirada al hermano.

¿El amor es la experiencia de la voluntad y de la emoción que articulan toda mi vida?

Oración: El reto que nos haces, Señor, de amar al prójimo con la misma medida con que amamos a Dios, no es fácil, pero si tú estás con nosotros, todo es posible.

Amén.

sábado, 28 de octubre de 2017

El Evangelio del Dia

Reflexión

Los evangelios, en particular el de hoy, nos muestran cómo siempre que Jesús debía tomar una decisión importante, pasaba toda la noche en oración. Es común oír: "No tengo tiempo para orar". Esto generalmente es verdad, pues el tiempo para orar debemos "crearlo". Esto implica renunciar a nuestro tiempo de diversión, a la televisión e inclusive, como Jesús, al descanso nocturno.

Solamente el cristiano que ora todos los días verá cambios en su vida, pues la oración es el elemento que permite que la gracia de Dios se convierta en vida. Es también común escuchar: "Dios siempre está conmigo y por eso yo hago mi oración mientras voy manejando al trabajo o a la escuela". Esto es verdad también, Dios siempre está con nosotros, pues Dios siempre tiene tiempo para nosotros, la pregunta sería si nosotros, como Jesús, también tenemos tiempo para Dios.

Si bien es cierto que todo momento es un buen momento para orar, es necesario dedicar un tiempo exclusivo para Dios, para estar con él, para que todos nuestros sentidos se centren y concentren en él. Date tiempo para orar, sólo así tendrás suficiente luz para dirigir las decisiones de tu vida.
Shalom!

viernes, 27 de octubre de 2017

El Evangelio del Dia

Primera Lectura

Romanos 7, 18-25

Hermanos: Bien sé yo que nada bueno hay en mí, es decir, en mi naturaleza humana deteriorada por el pecado. En efecto, yo puedo querer hacer el bien, pero no puedo realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero; y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado, que habita en mí.

Descubro, pues, en mí esta realidad: cuando quiero hacer el bien, me encuentro con el mal. Y aunque en lo más íntimo de mi ser me agrada la ley de Dios, percibo en mi cuerpo una tendencia contraria a mi razón, que me esclaviza a la ley del pecado, que está en mi cuerpo.

¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, esclavo de la muerte? ¡La gracia de Dios, por medio de Jesucristo, nuestro Señor!

Palabra de Dios.

Meditación

Este capítulo de san Pablo a los Romanos nos hace caer en la cuenta de una realidad de la que quizás poco somos conscientes, y esto es de la fuerza que opera dentro de nosotros y que nos arrastra a obrar de manera incorrecta. Esta es la fuerza del pecado. Pero no es sólo esto, sino que el apóstol nos hace ver que la naturaleza humana no tiene fuerza para impedir su acción, pues la fuerza del pecado es más poderosa que las fuerzas humanas.

Piensa simplemente cuántas veces te has propuesto dejar tal o cual pecado, tal o cual vicio, tal o cual acción que sabes que no agrada a Dios o que destruye tu vida o la de tus hermanos, y fíjate cuántas veces lo has logrado. Todo esto lleva a concluir al apóstol que sólo con la ayuda de la gracia podemos vencerla. No son nuestros buenos propósitos los que nos dan la victoria sino el poder de Dios actuando en nosotros, por medio de la resurrección de Cristo.

Por ello, mientras que el hombre no se decide a iniciar una vida formal de oración y penitencia que permita que la gracia se desarrolle, todos sus intentos por salir del pecado serán prácticamente inútiles. Sólo la gracia es efectiva contra el veneno del pecado. Si verdaderamente quieres salir de tu pecado y que florezca en ti la vida, conviértete en un hombre o en una mujer de oración. Dale oportunidad a Dios de luchar tus batallas: él es el único que las puede ganar.

Oración

Señor, con frecuencia digo que no tengo tiempo para orar, pero sí lo tiempo para dejar mis labores y fumar un cigarro, comer unos tacos, enviar correos o chatear con amigos, jugar en la computadora, ir a la tienda a comprar bocadillos, o simplemente perder el tiempo sin quehacer. Nada de esto es pecado, pero me impiden ejercitar la penitencia y la vida de la gracia, necesarias para poder renunciar a tentaciones mayores.

Acción

Hoy renunciaré a una o varias tentaciones y en su lugar haré un rato de oración o leeré y meditaré algún pasaje de la Biblia.

Evangelio del Día

Lucas 12, 54-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?

Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad, haz todo lo posible por llegar a un acuerdo con él en el camino, para que no te lleve ante el juez, el juez te entregue a la policía, y la policía te meta en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo".

Palabra del Señor.

Reflexión

Es increíble hasta dónde puede llegar la ceguera del hombre.

Para la gente que vivió en el tiempo de Jesús no eran suficientes todos los signos, los milagros, las curaciones que realizó. ¿Y qué decir de nosotros? Somos muy inteligentes para conocer hasta los más recónditos misterios de la ciencia, pero muchas veces nos pasa desapercibido el Dios del amor, que día a día, nos da muestras de su presencia entre nosotros y nos invita a vivir en él. Se habla hoy mucho de visiones, de catástrofes, de violencia, guerras. Es cierto, estos son "signos de los tiempos" y por lo tanto, palabra de Dios. Es una palabra que nos hace ver que el pecado sólo lleva a la destrucción, que la fe verdadera es creer como creyó Abraham, como creyó María: en la oscuridad.

Debemos, pues, estar atentos: Dios nos habla, su palabra es, ha sido y será siempre: Yo te amo.


Shalom!

jueves, 26 de octubre de 2017

El Evangelio del Día

Primera Lectura
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Romanos 6, 19-23

Hermanos: Por la dificultad natural que tienen ustedes para entender estas cosas, voy a seguir utilizando una comparación de la vida ordinaria. Así como en otros tiempos pusieron sus miembros al servicio de la impureza y de la maldad, hasta llegar a la degradación, así ahora pónganlos al servicio del bien, a fin de que alcancen su santificación. Cuando ustedes eran esclavos del pecado, no estaban al servicio del bien. ¿Y qué frutos recogieron entonces de aquello que ahora los llena de vergüenza? Ninguno, pues son cosas que conducen a la muerte.

Pero ahora, libres ya del pecado y entregados al servicio de Dios, dan frutos de santidad que conducen a la vida eterna. En una palabra, el pecado nos paga con la muerte; en cambio, Dios nos da gratuitamente la vida eterna, por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios.

Meditación

San Pablo termina esta primera exposición, que podríamos llamar "exterior", sobre el pecado (el capítulo 7 hablará del mismo tema pero desde la perspectiva interna del hombre), con una frase que debe de quedar grabada a fuego en nuestro corazón: EL PECADO PAGA CON LA MUERTE. Esto no siempre es fácil de comprender, como él mismo lo dice y menos en este momento de nuestra historia en donde todo busca ser explicado por medio de la ciencia y de la psicología.

Debemos entender que el pecado es una realidad que afecta toda nuestra vida y no sólo nuestra parte espiritual (el alma), por ello sus consecuencias se hacen evidentes en nuestra vida y en nuestro entorno. El pecado destruye todo lo que encuentra a su paso: destruye nuestra sociedad, nuestros hogares, amistades; nos quita la alegría, la paz, la felicidad y nos hace ser personas solas, tristes, llenas de temores, remordimientos y angustias.

No existe en el mundo una fuerza tan destructiva como el pecado. No permitas que esta fuerza destructora se apodere de ti y de tu entorno; pon tu vida en las manos del Señor, de quien recibirás gracia y poder para construir la sociedad del amor: busca evitar las ocasiones próximas de pecado, mantente lejos del león y no serás devorado.

Oración

Señor, tu palabra me advierte que "el que no junta, desparrama" porque, o estoy contigo o estoy contra ti. Esto me hace reflexionar en que cuando pierdo la gracia me convierto en un instrumento de destrucción, dañándome a mí mismo y dando un mal testimonio a los demás.

Acción

Haré cada día una opción personal por Jesucristo para que todas mis obras sean para edificar, para cooperar en la construcción del Reino de los cielos.

Evangelio del Día
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Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo me angustio mientras llega!

¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

Palabra del Señor.

Reflexión

Este pasaje podría prestarse a una interpretación equivocada por lo que hay que tomarlo dentro del contexto en que Jesús lo dice. Jesús en todo este capítulo está hablando de la necesidad de ser fieles al Evangelio, de estar preparados. Esta fidelidad al Evangelio nos puede llevar, incluso, a encontrarnos con problemas aún dentro de nuestra propia familia.

Dado que el Reino es una invitación que se hace de manera personal, hay quien puede, si no rechazarla, sí tomarla con menos seriedad de la que el mismo Evangelio nos lo demanda. Esto causará división, pues no siempre los criterios del mundo van de acuerdo a los del Evangelio. Cuando el fuego del amor de Dios arde en el corazón del cristiano, la vida no siempre se ve como la ve el resto del mundo.

Lo anterior no quiere decir que el cristiano será el causante de la división, sino el mismo Evangelio que se opone al egoísmo, a la mentira, a la injusticia. Si llegas a vivir una situación así en tu casa, en medio de esta tormenta recuerda las palabras de san Pablo: "Cree tú y creerán los de tu casa".


Shalom!

miércoles, 25 de octubre de 2017

El Evangelio del Día

Primera Lectura
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Romanos 6, 12-18

Hermanos: No dejen que el pecado domine su cuerpo mortal y los obligue a seguir sus malas inclinaciones; no pongan sus miembros al servicio del pecado como instrumentos de maldad. Por el contrario, pónganse al servicio de Dios, puesto que habiendo estado muertos, él les ha dado la vida; pongan también sus miembros a su servicio, como instrumentos de santidad. El pecado ya no volverá a dominarlos, pues no viven ustedes bajo el régimen de la ley, sino bajo el régimen de la gracia.

¿Podemos entonces pecar, puesto que ya no vivimos bajo el régimen de la ley, sino bajo el régimen de la gracia? De ningún modo. ¿Acaso no saben ustedes que al someterse a alguien para obedecerlo como esclavos, se hacen sus esclavos? Si ustedes son esclavos del pecado, es para su propia muerte; si son esclavos de la obediencia a Dios, es para su santificación.

Pero gracias a Dios, ustedes, aunque fueron esclavos del pecado, han obedecido de corazón las normas de la doctrina evangélica que se les han transmitido, y así, una vez libres del pecado, se han hecho esclavos de la santidad.

Palabra de Dios.

Meditación

San Pablo nos invita a reflexionar sobre lo que él llama "el misterio de la iniquidad" y que está en relación a la fuerza que opera en nuestro corazón y que nos lleva a hacer lo que no queremos, es decir, la fuerza del pecado. En este pasaje nos invita a no dejar que nos domine esta fuerza, que no nos domine el pecado y, sobre todo, que no nos haga sus esclavos. Recordemos que el pecado se vale de la tentación para arrastrarnos hacia él.

Es en este momento cuando debemos retirarnos, cuando debemos hacer consciente nuestra decisión de ser santos y de seguir en fidelidad al Señor. San Pablo sabe que no es cosa fácil, y por ello nos invita a ponernos al servicio del Señor, para que él mismo sea quien nos ayude a vencer la tentación.

Es cierto que en nuestra condición fragmentada por el pecado original es fácil que la tentación en un momento determinado nos domine y pequemos, pero lo que debemos evitar, es que el pecado se adueñe de nuestros sentidos y pasiones y nos convierta en sus esclavos. Dios nos ha hecho libres por Jesucristo, y contamos con la asistencia continua del Espíritu, por ello, no regresemos a una vida de pecado.

Oración

Señor, reconozco que mis manos, mis ojos, mi boca, mi pensamiento han sido ocasión de pecado, pero ahora sé por palabras de  Pablo, que si los pongo a tu servicio, serán ocasión de bendición para mí y para los que me rodean.

Acción

Oraré al Señor confiadamente pidiendo su gracia, que me ayude a descubrir las tentaciones que se me presenten y poderlas resistir diciendo: "apártate de mí, Satanás".

Evangelio del Día
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Lucas 12, 39-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.

Entonces Pedro le preguntó a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?”

El Señor le respondió: “Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso ese siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene.

Pero si ese siervo piensa: ‘Mi amo tardará en llegar’ y empieza a maltratar a los otros siervos y siervas, a comer, a beber y a embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte de los desleales.

El siervo que conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos.

Al que mucho se le da, se le exigirá mucho; y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más”.

Palabra del Señor.

Reflexión

Dios ha puesto en nuestras manos muchos bienes materiales, humanos, espirituales. Nos ha dado la gracia, la vida; nos ha encomendado el cuidado de nuestros amigos y hermanos para que los ayudemos a llegar a la santidad; nos ha puesto a algunos de nosotros como administradores de bienes y nos ha encargado la promoción de nuestros subordinados.

Todos, cada uno según sus carismas y el llamado propio, hemos sido constituidos en administradores de los bienes del Señor, por ello valdría la pena hoy revisar cómo hemos administrado nuestros bienes materiales.

Para quien está casado ¿cómo ha dirigido su casa, su familia y a los hijos? Para quien tiene responsabilidades con subordinados ¿cómo los ha tratado y ayudado en su promoción integral? No se te olvide lo que hoy dice el Señor que “a quien mucho se le confió, mucho se le exigirá”.


Shalom!

martes, 24 de octubre de 2017

El Evangelio del Dia

Primera Lectura

Romanos 5, 12.15.17-19.20-21

Hermanos: Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.
Ahora bien, el don de Dios supera con mucho al delito. Pues si por el delito de un solo hombre todos fueron castigados con la muerte, por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios.
En efecto, si por el pecado de un solo hombre estableció la muerte su reinado, con mucha mayor razón reinarán en la vida por un solo hombre, Jesucristo, aquellos que reciben la gracia sobreabundante que los hace justos.
En resumen, así como por el pecado de un solo hombre, Adán, vino la condenación para todos, así por la justicia de un solo hombre, Jesucristo, ha venido para todos la justificación que da la vida. Y así como por la desobediencia de uno, todos fueron hechos pecadores, así por la obediencia de uno solo, todos serán hechos justos.
De modo que, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, para que así como el pecado tuvo poder para causar la muerte, así también la gracia de Dios, al justificarnos, tenga poder para conducirnos a la vida eterna por medio de Jesús, nuestro Señor.

Palabra de Dios.

Meditación

El pecado –y la muerte–, que entró en el mundo por la desobediencia de Adán, es una realidad latente que asola al ser humano. Sin embargo, gracias al misterio del amor infinito de Dios mostrado en la muerte y resurrección de su Hijo, pecado y muerte no son ya los que marcan el rumbo de la familia humana, sino la reconciliación, la salvación y la vida. Un nuevo orden de vida es posible gracias al favor copioso, a la acción recta, a la obediencia de uno, Jesucristo, quien hizo que el delito fuera desbordado por la gracia y el amor supere al pecado y la muerte. Con el acto del misterio pascual, Dios proporciona al ser humano las herramientas para trabajar y esforzarse por su salvación.


Evangelio del Día

Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Palabra del Señor.

Reflexión

La gracia que hemos recibido como regalo de Dios no es para guardarla, sino para ponerla en ejercicio continuo, permanente. Jesús declara “dichoso” al que sea encontrado trabajando, poniendo todo su empeño y sus esfuerzos en la construcción de una sociedad nueva que tiene que inaugurar la presencia del Reino. Por eso, no hay tiempo para el sueño que nos mantienen en un estado de indiferencia frente a la realidad de pecado y muerte que vive el mundo por causa de la opresión y la injusticia. Es el tiempo de despertar, permanecer vigilantes al acecho del mal que busca hundirnos en el egoísmo, la tristeza y la desesperanza. Si nos visitara el Señor ahora, ¿cómo nos encontraría?

¿Nos motiva el anhelo de una vida nueva llamada a construir una sociedad más justa, fraterna y solidaria?

Oración: Dios mío, concédeme vivir alerta, de cara a la eternidad, con mi alma limpia, lista para el encuentro definitivo contigo.

Amén.


Shalom!

lunes, 23 de octubre de 2017

EL EVANGELIO DEL DIA

Primera Lectura
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Romanos 4, 19-25

Hermanos: La fe de Abraham no se debilitó a pesar de que, a la edad de casi cien años, su cuerpo ya no tenía vigor y, además, Sara, su esposa, no podía tener hijos. Ante la firme promesa de Dios no dudó ni tuvo desconfianza, antes bien, su fe se fortaleció y dio con ello gloria a Dios, convencido de que él es poderoso para cumplir lo que promete. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia.

Ahora bien, no sólo por él está escrito que "se le acreditó", sino también por nosotros, a quienes se nos acreditará si creemos en aquel que resucitó de entre los muertos, en nuestro Señor Jesucristo, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.

Palabra de Dios

Meditación

De nuevo san Pablo presenta de forma categórica cómo la fe es el pilar donde está cimentada toda nuestra vida cristiana. Es, pues, necesario creer con firmeza que en Jesús está la respuesta a todas nuestras angustias, a nuestras ansiedades; que en él hay vida y vida en abundancia. Es triste ver cómo nuestro mundo, cubierto por la sombra del pragmatismo, no cree. Dice tener fe pero en realidad no la tiene, pues creer es confiar y dejarlo todo en las manos de Jesús.

En el pasaje que cita san Pablo vemos que la fe de Abraham se manifiesta en sus acciones. Dios primero le dice: "deja tu tierra y ponte en camino a la tierra que yo te mostraré". Y, confiado en esa Palabra, Abraham se pone en camino, sin ni siquiera saber hacia dónde iba. Deja sus seguridades y se deposita en la confianza plena del Señor.

Si nosotros decimos tener fe, debemos obrar de la misma manera: sin preguntas, sin objeciones; con la certeza de que es en las manos de Dios en las que estamos dejando nuestros proyectos, nuestra familia, todo lo que tenemos y somos. Con una fe como esta, es como nosotros podemos llegar realmente a ser testigos del amor de Dios, y a llevar una vida serena y en armonía con nosotros mismos y con los demás.

Oración

Señor, cuántos proyectos de vida hemos dejado inconclusos y, en ocasiones, muchos otros sin haberlo intentado, simplemente por no tener fe, por temor a perderlo todo. Que deje yo actuar al Espíritu Santo para que pueda confiar más en tu palabra, aunque no vea con claridad hacia dónde me diriges o qué es lo que me pides.

Acción

Cada mañana agradeceré al Señor todo lo que tengo, estas cosas las pondré en sus manos y le diré, como Job: "El Señor me lo dio todo, el Señor me lo quitó".

Evangelio del Día
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Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". Pero Jesús le contestó: "Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?"

Y dirigiéndose a la multitud, dijo: "Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea".

Después les propuso esta parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico en lo que vale ante Dios".

Reflexión

Ante esta propuesta del evangelio nos podríamos preguntar: ¿es malo entonces tener riquezas? Y la respuesta es no. Lo que pone o puede poner en peligro nuestra vida de gracia es acumular. Jesús nos explica hoy que tener sólo por atesorar, empobrece nuestra vida y priva a los demás de los bienes que han sido creados para todos.

Decía un santo: "Lo que te sobra, no te pertenece". La belleza de la vida cristiana consiste en adquirir, por medio de la gracia, la capacidad de compartir. Deja que las cosas, como el agua entre nuestras manos, corran hacia los demás. Esta es la verdadera libertad que lleva al hombre a experimentar la paz y la alegría perfecta.

Shalom!


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