Miércoles
23 de Enero de 2019
“¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo
bueno o lo malo?”
Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 7,1-3.15-17:
Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios
altísimo, cuando Abrahán regresaba de derrotar a los reyes, lo abordó y lo
bendijo, recibiendo de él el diezmo del botín. Su nombre significa «rey de
justicia», y lleva también el título de rey de Salem, es decir, «rey de paz».
Sin padre, sin madre, sin genealogía; no se menciona el principio de sus días ni
el fin de su vida. En virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, permanece
sacerdote para siempre. Y esto resulta mucho más evidente si surge otro
sacerdote a semejanza de Melquisedec, que lo sea no en virtud de una
legislación carnal sino en fuerza de una vida imperecedera; pues está
atestiguado: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Sal 109,1.2.3.4
R/. “Tú eres sacerdote eterno, según el rito
de Melquisedec”
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.» R/.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.» R/.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.» R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3,1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la
sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho,
para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis:
«Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido
en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo
morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una
mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el
brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto
salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos
el modo de acabar con él.
Palabra del Señor.
Reflexión del Evangelio de hoy
Su nombre significa Rey de Paz
El autor de la
carta a los Hebreos va a explicar en la lectura de hoy un tema que ya había
introducido antes Hb, 2,17; sobre el sacerdocio de Cristo: Jesús es sumo
sacerdote misericordioso y fiel, pero diferente al sacerdocio levítico, porque
procede de Melquisedec. Según el relato del Génesis (14,18-20), Melquisedec,
rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios altísimo, bendijo
a Abraham diciendo: “Bendito es Abraham del Dios altísimo, el dueño de cielos y
tierra, y bendito sea el Dios altísimo, que ha puesto a tus enemigos en tus
manos”. Y le dio Abraham el diezmo de todo. Este pasaje y el de Sal 110,4 son
los únicos del Antiguo Testamento en los que aparece este personaje extraño
llamado Melquisedec. Él es rey de Jerusalén, de ahí que sea llamado rey de paz
y de justicia, y al mismo tiempo sacerdote. Desconocemos su procedencia, su suerte posterior, por lo que el autor concluye que Melquisedec no ha tenido padre
ni madre, que no ha nacido, ni ha muerto, se asemeja al Hijo de Dios, y en
consecuencia permanece sacerdote para siempre.
El punto de partida
es, claro, este personaje le sirve al autor para explicar que el auténtico
sacerdocio, el que viene de Dios, es anterior al sacerdocio levítico.
Melquisedec es, una prefiguración del
sacerdote eterno, un esbozo imperfecto de lo que Jesús viene a
realizar y cumplir. El sacerdocio de Cristo es incomparable, ya que su
sacrificio definitivo por amor a la humanidad, lo convierte en un sacerdocio
eterno. Después del establecimiento del sacerdocio perfecto, el antiguo carece
de razón de ser. No se trata solamente de establecer la originalidad del sacerdocio
de Cristo, sino su valor exclusivo. Perfecto, eterno, misericordioso, fiel..
son calificativos que solo podemos aplicar a Cristo.
Levántate y ponte ahí en medio
Estamos en la
primera parte del evangelio de Marcos dónde los distintos personajes que se
congregan en torno a Jesús reaccionan ante sus palabras y sus acciones de
manera muy diferente. En esta ocasión, como en otras anteriores, son los
fariseos, la gente buena y que se cree perfecta, la que espera que Jesús
realice algún signo que vaya contra la Ley de Moisés.
Una vez más el día
es sábado y el lugar la sinagoga de Cafarnaúm. En este ambiente de celebración
religiosa, el evangelista nos dice que allí se encontraba un hombre que tenía
la mano paralizada, un enfermo, al que parece que todo el mundo ignora, porque
en quién realmente se fijan las autoridades religiosas es en Jesús. El motivo
es claro, lo único que les mueve es poder acusarle. La gente lo había manifestado
la primera vez que Jesús enseñaba en la sinagoga, “este habla con autoridad, no
como los escribas y fariseos y trae una doctrina nueva” (Mc 1,27). La novedad
que trae Jesús supera, la ley, el sábado y cualquier precepto que no ponga en
el centro de la vida, al ser humano, especialmente al que sufre, al oprimido,
al que se deja al margen…incluso de Dios. Por eso Jesús invita a la persona a
ponerse en medio, para ser vista, para ser compadecida. Pero la pregunta se la
hace a los fariseos, el enfermo no pide nada, se deja hacer por el Señor, sabe
esperar y tal vez confía en que Jesús hará algo. ¿Qué está permitido hacer en
sábado? La respuesta es evidente, lo bueno, salvar al que sufre, no dejar a
nadie morir a la intemperie, en la desolación…eso es lo bueno. Ante la
evidencia uno calla, los fariseos han sido descubiertos, se han quedado sin
palabra que responder.
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