lunes, 28 de enero de 2019

Martes 29 Enero-Evangelio del Día


Martes 29 de Enero de 2019

“¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”



Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos 10,1-10:

La Ley, que presenta sólo una sombra de los bienes definitivos y no la imagen auténtica de la realidad, siempre, con los mismos sacrificios, año tras año, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan a ofrecerlos. Si no fuera así, habrían dejado de ofrecerse, porque los ministros del culto, purificados una vez, no tendrían ya ningún pecado sobre su conciencia. Pero en estos mismos sacrificios se recuerdan los pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite las pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quiere sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."» Primero dice: No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias, que se ofrecen según la ley. Después añade: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad. Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación de cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 39,2.4ab.7-8a.10.11

 R/.” Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”

Yo esperaba con ansia al Señor;
Él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: Aquí estoy. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,31-35)

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.»
Les contestó: «¿Quienes son mi madre y mis hermanos?»
Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio de hoy

La ley presenta  solo un vislumbre de los bienes futuros

El culto es el medio por el que damos reconocimiento a Dios por sus dones, regalos y maravillas; por su medio alabamos y bendecimos a Dios por su constante obrar en favor de los seres humanos a quienes ha dado la dignidad de hijos suyos.

Pero, para darle a Dios el culto que merece, es necesario que el hombre se acerque a Él con una conciencia limpia y purificado, es decir, sin pecado. Ahora bien, el único que puede purificar al ser humano es Dios, de tal manera que si no nos acercamos a Él entonces continuamos en nuestros pecados e indignos de Dios, de su gracia y de su amistad.

Es por eso que Dios nos ha dado a su Hijo, para que por medio de su vida y sacrificio redentor, podamos ser dignos de acercarnos a Dios y participar en el culto como hombres y mujeres santificados. Jesús ha ofrecido a Dios la ofrenda de su obediencia, de su vida y de su cuerpo en el ara de la cruz y así ha hecho de nosotros, hombres dignos de acercarse al altar de Dios para participar del banquete de la Palabra y de la Eucaristía.

Éstos son mi madre y mis hermanos

Una incorrecta interpretación de este pasaje ha llevado a algunos a pensar que con estas palabras y esta actitud que nos presenta el evangelista, Jesús está menospreciando a su Madre, apoyando su actitud de indiferencia (cuando no de rechazo) hacia María Santísima. Nada más contrario en la intención de Jesús.

Sin embrago, como siempre, Jesús usa de un evento o situación particular para instruir a la comunidad. La familia de Jesús no es simplemente la familia biológica, unida por los lazos de sangre, sino quien cumple la voluntad de Dios. Con ello destaca el hecho de que María, como lo reconocerá siempre la comunidad cristiana, es el modelo perfecto de aquellos que hacen la voluntad de Dios, por lo que no sólo es su madre en sentido biológico, sino también lo es de manera espiritual, y por ello trascendente.

Por ello pertenecerán realmente a la familia de Jesús y María aquellos que hacen la voluntad de Dios. ¿Podríamos decir que nosotros formamos parte de esta familia?

Oración

Señor Jesús, por tu medio he llegado a ser un digno invitado del banquete de tu eucaristía, que es una anticipación del banquete futuro de tu reino. Ayúdame a permanecer fiel a ti para que, así como participo del banquete de la eucaristía, sea hallado digno de participar en el banquete eterno de tu reino.

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