JUEVES 3 DE DICIEMBRE
PRIMERA LECTURA
De la Primera carta de san Juan 2, 29 – 3, 6
Queridos míos: Jesús es justo: entendido esto, entenderán que así también todo justo lo es por ser hijo de Dios. Miren qué amor tan grande nos ha tenido Dios Padre: quiso que nos llamáramos sus hijos, y realmente lo somos. Si el mundo no sabe quiénes somos, es porque tampoco sabe quién es Él. Queridos míos: ya somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él y lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, para ser puro como Cristo. Todo pecador se rebela contra Dios, pues el pecado es ya una rebelión. Ya saben que Jesús se manifestó para quitar los pecados y que ni sombra de pecado hay en Él. Así, todo el que permanece en Él, ha dejado de pecar. El que vive en pecado es porque no lo ha visto y no lo conoce.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 97
R/. "La tierra entera ha contemplado la bondad de nuestro Dios"
Del salmo 97
R/. "La tierra entera ha contemplado la bondad de nuestro Dios"
• Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.
• Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; griten, vitoreen, toquen. R/.
• Toquen la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas aclamen al Rey y Señor. R/.
EVANGELIO DEL DÍA
Este es el Cordero de Dios.
Del Evangelio según san Juan 1, 29-34
Estando Juan bautizando al otro lado del Jordán, vio venir a Jesús y dijo: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería cuando dije: ‘Detrás de mí viene un hombre que está por encima de mí, porque existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero precisamente vine a bautizar con agua para que Él se manifieste a Israel”.
Juan dio este testimonio: “Yo presencié cómo el Espíritu descendía del cielo como paloma y permanecía sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquél sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, es el que ha de bautizar con Espíritu Santo’. Yo lo vi y declaro en calidad de testigo que Él es el Hijo de Dios”.
Palabra del Señor.
Reflexión
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
El Evangelio de Juan nos recuerda el simbolismo contenido en el Antiguo Testamento en el que se nos muestra la identidad de Jesús a partir de expresiones como: el Cordero de Dios que nos remite al libro del Éxodo en el que se evidencia la primera Pascua, donde con la sangre del Cordero colocada en las puertas de las casas se simboliza la liberación del pueblo que vivía inmerso en la opresión.
De igual modo, el Evangelio nos deja entrever la expresión quitar el pecado del mundo, la cual nos remite al libro del profeta Jeremías donde se muestra a Yavhé como el más grande y el más humilde. Sin embargo es en la expresión Hijo de Dios donde se resumen todos los demás simbolismos o títulos sobre Jesús. El mejor comentario de este título es la explicación del mismo Jesús, al cual: “Las autoridades de los judíos respondieron: No te apedreamos por algún bien que hayas hecho, sino porque siendo hombre, insultas a Dios, haciéndote pasar por Dios.” Jesús dijo: “¿No está escrito en la Ley de ustedes: Yo lo digo: ustedes son dioses? Se llama, pues, dioses a los que reciben la palabra de Dios; y no se puede dudar de la Escritura.
PARA REFLEXIONAR
Jesús se ofreció a sí mismo, completamente, para toda la humanidad, y tú ¿qué puedes ofrecer para ayudar a tu prójimo?
También nosotros hemos recibido el Espíritu Santo. ¿Qué implicaciones tiene para tu vida el hecho de que seas templo del Espíritu?
ORACIÓN
Entonen al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas, la salvación provino de su diestra, de su brazo de santidad.
El Señor dio a conocer su salvación, hizo ver a los paganos su justicia, se acordó de su amor y fidelidad en favor de la casa de Israel.
Todos, hasta los confines del mundo, han visto la salvación de nuestro Dios.
¡Aclamen al Señor, toda la tierra, estallen en gritos de alegría! (Sal 97, 1-4).
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