viernes, 30 de marzo de 2018

Evangelio del Día


Oración de la Mañana


Amado Dios, hoy me presento ante Ti para darte gracias por este nuevo día. Gracias Señor por cuidar de mí y por cuidar de mi familia, por todas tus bendiciones y por guiarnos por senderos de salud, paz y prosperidad.
También te pido perdón si alguna vez te he defraudado; por favor perdona mis pecados y desobediencias. Señor, yo te amo y he decidido que cada día de mi vida quiero vivirlo de una manera que sea agradable para Ti, por favor permite cada una de mis acciones sean para tu honra y gloria.

Hoy te pido que mires mi vida, mi hogar y la vida de las personas que amo, por favor acércate a nosotros e ilumina nuestro camino con la luz infinita de tu amor y tu bondad.

Padre, acompáñanos y guíanos en cada una de las actividades que hagamos el día de hoy, te suplico que nos permitas la dicha de vivir un día en paz y armonía y llévanos siempre por bellas sendas de bienestar y bendición.

Y si en algún momento el temor o la desesperanza se apoderara de nuestras vidas, por favor susurra a nuestros oídos palabras de aliento y renuevo, recuérdanos que Tú siempre estás de nuestro lado y que si Tú estás con nosotros nada ni nadie podrá derrumbarnos, pues Tú eres nuestro sostén y nuestro refugio seguro.

Amado Dios, hoy me regalas un nuevo día para ser mejor de lo que fui ayer, para crecer, trabajar con amor y poder alcanzar mis metas y más grandes anhelos. Quiero dar lo mejor de mí a cada instante y también ser tu instrumento, para que todos aquellos que hoy vea y trate puedan irse con más entusiasmo y serenidad.

Señor, te pido que todo lo que haga durante este día sea iluminado por tu preciosa luz, por favor cuida de mí, nunca te apartes de mi vida y líbrame de todo mal, Amén.

“El Señor está conmigo”




Reflexión
No al odio, sí al amor
El P. Cantalamessa, en su escrito O crux, ave, spes unica, dice que la “Pasión de Cristo” no es más que la “crónica de una muerte violenta” que “cambia el sentido mismo de la muerte” y transforma a la “cruz” de “instrumento de dolor” en “signo de paz”.
¿Por qué la muerte adquiere otro sentido en una sociedad violenta? ¿Por qué la cruz debe ser vista como remanso de paz en la agitación del mundo? La respuesta es simple. Porque el “sacrificio” de Jesús es el “NO” definitivo e irreversible de Dios a la violencia, a la injusticia, al odio, a la mentira, a todo lo que llamamos “el mal”; y, al mismo tiempo, es el “SÍ”, igualmente irreversible, al amor, a la verdad, al bien. “No” al odio, “sí” al amor. Es lo que Jesús ha practicado toda su vida y que ahora consagra definitivamente con su muerte. Es la razón por la que el Verbo se encarna, asume nuestra naturaleza, se hace solidario con nuestro dolor y sacrifica su vida por nuestro perdón, por nuestra salvación. “Nadie debe desesperar; nadie debe decir: ‘Demasiado grande es mi culpa para obtener el perdón’ (Gn 4, 13)” (Juliana de Norwich). La cruz no está, pues, contra el mundo, sino para el mundo: para dar un sentido a todo el sufrimiento que ha habido, hay y habrá en la historia humana. Como dice san Juan: “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él” (Jn 3, 17). La cruz es la proclamación viva de que la victoria final no es de quien triunfa sobre los demás, sino de quien triunfa sobre sí mismo; no de quien hace sufrir, sino de quien sufre; no de quien quita, sino de quien da la vida por la de los demás.
¿Qué significado tiene la cruz en mi vida cotidiana?

Oración: Señor Jesús, que me has rescatado de la muerte en la cruz, permíteme seguir cada día tus huellas de amor y servicio. Amén.
Shalom!




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