Oración inicial
Amado Dios, hoy me acerco
hasta Ti, lleno de emoción para decirte: GRACIAS. Gracias por que me permites
abrir mis ojos a tu hermosa creación, disfrutar de los primeros rayos del sol,
sentir el aire de la mañana en mi piel y prepararme con entusiasmo y mucha
voluntad a vivir este día con la confianza de que Tú estás siempre a mi lado.
Amoroso Padre, te pido que seas Tú siempre a
mi lado fortaleciendo mi fe y dándome sabiduría para poder alcanzar siempre mis
objetivos.
Dame valor y fuerza de
voluntad y si por algún motivo la desilusión pretendiese asomarse por mi vida,
ayúdame a mantener intacta mi confianza en Ti, porque solo Tú Señor eres mi
salvador y eres quien me toma de la mano y me lleva por verdes campos de
triunfo, dicha y reposo.
Señor, te pido que seas Tú
cuidándome a mí y cuidando la vida de mi familia en esta nueva jornada. Por
favor guíanos en cada una de las actividades que tenemos que realizar, ayúdanos
a tomar buenas decisiones y a enaltecer tu nombre en cada uno de nuestros
actos. Perdónanos si por algún motivo te hemos fallado y por favor ayúdanos
cada día a ser mejores en nuestra fe.
Por mi parte, daré lo mejor de
mí con una constancia inagotable y al mismo tiempo pondré mi vida en tus manos
con una confianza que no se extingue, pues creo en Ti y en tus promesas. Me
pongo en tus manos amado Dios y también pongo en tus manos la vida y la salud
de los que amo, mis anhelos y sus anhelos.
Por favor, que en este nuevo
día seamos iluminados por tu hermosa luz y que se haga tu voluntad en nuestras
vidas, porque tus planes son perfectos y donde Tú estás nunca falta absolutamente
nada, Amén.
“Uno de
vosotros me va a entregar”
PRIMERA LECTURA
Te convertiré en luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los últimos rincones de la tierra.
Del profeta Isaías 49, 1-6
Escúchenme, islas; pueblos
lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún
estaba yo en el seno materno, Él pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una
espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda,
me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré
mi gloria”. Entonces yo pensé: “En vano me he cansado, inútilmente he gastado
mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la
tenía mi Dios”.
Ahora habla el Señor, el que
me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que
Jacob volviera a Él y congregar a Israel en torno suyo –tanto así me honró el
Señor y mi Dios fue mi fuerza–. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas
mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los
sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que
mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 70
R/. “En ti, Señor, he puesto mi esperanza”.
• Señor, tú eres mi
esperanza, / que no quede yo jamás defraudado. / Tú, que eres justo, ayúdame y
defiéndeme; / escucha mi oración y ponme a salvo. R/.
• Sé para mí un refugio, / ciudad fortificada en que me salves. / Y pues eres mi auxilio y mi defensa, / líbrame, Señor, de los malvados. R/.
• Señor, tú eres mi esperanza; / desde mi juventud en ti confío. / Desde que estaba en el seno de mi madre, / yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R/.
• Yo proclamaré siempre tu justicia / y a todas horas, tu misericordia. / Me enseñaste a alabarte desde niño / y seguir alabándote es mi orgullo. R/.
EVANGELIO DEL
DIA
Uno de ustedes me entregará. No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.
Del Evangelio según san Juan 13, 21-33.36-38
En aquel tiempo, cuando
Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró:
“Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron
perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que
Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una
seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?”. Entonces él, apoyándose en el pecho
de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?”. Le contestó Jesús: “Aquel a quien
yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas,
hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.
Jesús le dijo entonces a
Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales
entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo
la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar
algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era
de noche.
Una vez que Judas se fue,
Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido
glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también Dios lo
glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un
poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo
a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’”. Simón Pedro le dijo:
“Señor, ¿a dónde vas?”. Jesús le respondió: “A donde yo voy, no me puedes
seguir ahora; me seguirás más tarde”. Pedro replicó: “Señor, ¿por qué no puedo
seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Conque darás tu
vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas
negado tres veces”.
Palabra del Señor.
Reflexión
“Señor, ¿quién es?”
Mientras
Jesús, como verdadero Siervo de Dios y luz de las naciones, habla de su
donación total (para que la salvación llegue a todos los rincones de la
tierra), uno de los suyos, Judas Iscariote, movido por Satanás, se dispone a
traicionarlo. Es increíble que habiendo vivido con Jesús tanto tiempo, viéndole
curar enfermos y acercarse a los pecadores, buscar el bien para todos, tenga el
valor de abandonarlo, de traicionarlo por un puñado de monedas. Esto pasó
porque no llegó a conocerlo de verdad.
En la historia de la
humanidad muchas veces se repiten estas traiciones. Aun en las comunidades
cristianas que parecen más perfectas, aparecen los egoísmos, la soberbia, la
avaricia, la traición, el deseo de poder… qué decir de los demás grupos. Pero
no todo es malo. Aprendamos de Jesús: mientras un miembro de su comunidad se
aleja para venderlo, Él se entrega totalmente: “Tomen y coman… esto es mi
Cuerpo, ésta es mi Sangre”… para la
salvación de todos. Perdón total, salvación sin límites. Es necesario tener
claro que ninguno de nosotros está libre de traicionarlo o de negarlo. Lo
podremos evitar sólo si somos capaces, con fe y esperanza, de descubrir en
Jesús el amor de Dios sin límites y aceptarlo como nuestro Señor y salvador.
¿Reconozco
en mi vida a Jesús, el Mesías, como la luz que ilumina el camino que me conduce
a la salvación?
Oración: Señor Jesús, que ungido por el Espíritu viniste a traer la salvación al mundo entero, dame la gracia de entender tu enseñanza y seguirla con fe. Amén.
Shalom!
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