domingo, 25 de marzo de 2018

Evangelio del Día




“Verdaderamente este era Hijo de Dios”

PRIMERA LECTURA

No apartaré mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.

Del libro de Isaías 50, 4-7
En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 21
R/. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
• Todos los que me ven, de mí se burlan; / me hacen gestos y dicen: / “Confiaba en el Señor, pues que Él lo salve; / si de veras lo ama, que lo libre”. R/.

• Los malvados me cercan por doquiera / como rabiosos perros. / Mis manos y mis pies han taladrado / y se pueden contar todos mis huesos.
 R/.

• Reparten entre sí mis vestiduras / y se juegan mi túnica a los dados. / Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, / no te quedes de mí tan alejado. 
R/.

• Contaré tu fama a mis hermanos, / en medio de la asamblea te alabaré. / Fieles del Señor, alábenlo; / glorifícalo, linaje de Jacob; / té- melo, estirpe de Israel. 
R/.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomo la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre sobre todo nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble –en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo–, y toda lengua proclame: «¡Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios

EVANGELIO DEL DIA

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Del Evangelio según san Marcos 11, 1-10
Cuando Jesús y los suyos iban de camino a Jerusalén, al llegar a Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, les dijo a dos de sus discípulos: “Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrado un burro que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganmelo. Si alguien les pregunta por qué lo hacen, contéstenle: ‘El Señor lo necesita y lo devolverá pronto’”.
Fueron y encontraron al burro en la calle, atado junto a una puerta, y lo desamarraron. Algunos de los que allí estaban les preguntaron: “¿Por qué sueltan al burro?”. Ellos les contestaron lo que había dicho Jesús y ya nadie los molestó.
Se llevaron al burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó en él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían, iban gritando vivas: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!”.
Palabra del Señor.
 

Reflexión
Hacer y padecer
 ¿Qué nos hace cristianos? Seguir a Jesús, nada más. Esto implica “andar” sus pasos, comprometidos, como Él, a “humanizar la vida” y contribuir a que, poco a poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su justicia (confortar al abatido…). Por eso los seguidores de Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, justicia donde hay abusos y crueldad con los más débiles, compasión donde hay indiferencia y pasividad ante los que sufren. Esto exige construir comunidades donde se viva con el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes (hecho uno de ellos). Seguir así, tarde o temprano, provoca conflictos, problemas y sufrimientos. Hay que estar dispuesto a “cargar” con las acciones y resistencias de quienes, por una razón u otra, no buscan un mundo más humano, tal como lo quiere ese Dios revelado en Jesús.
Jesús no nos engaña. Si queremos seguirlo de verdad, tendremos que compartir su destino: cargar con su cruz y seguirlo. Y seguir a Jesús es una tarea apasionante, digna y noble. Pero tiene un precio. Para seguir a Jesús es importante hacer –hacer un mundo más justo y más humano, una Iglesia más fiel y más coherente con el Evangelio– y también padecer –padecer por un mundo más digno, por una Iglesia más evangélica–. Como dice Rahner: “Ser cristiano es la tarea más sencilla, más simple y, a la vez, aquella pesada ‘carga ligera’ de que habla el Evangelio. Cuando uno carga con ella, ella carga con uno, y cuanto más tiempo viva uno, tanto más pesada y ligera llegará a ser. Al final sólo queda el misterio: el misterio de Jesús. ‘Abbá, Padre, tú lo puedes todo’”.
¿Qué significa para mí, en la práctica, hacer y padecer por Jesús?

Oración: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Amén.
 Shalom!


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