viernes, 23 de marzo de 2018

Evangelio del Día


“El Señor está conmigo”

PRIMERA LECTURA

El Señor está a mi lado como guerrero poderoso.

Del libro de Jeremías 20, 10-13
En aquel tiempo, dijo Jeremías: “Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: ‘Denunciemos a Jeremías, denunciemos al profeta del terror’. Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo: ‘Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él’. Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.
Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa. Canten y alaben al Señor, porque Él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 
Del salmo 17
R/. “Sálvame, Señor, en el peligro”.
• Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, / el Dios que me protege y me libera. R/.

• Tú eres mi refugio, / mi salvación, mi escudo, mi castillo. / Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, / al punto me libró de mi enemigo. 
R/.

• Olas mortales me cercaban, / torrentes destructores me envolvían; / me alcanzaban las redes del abismo / y me ataban los lazos de la muerte. 
R/.

• En el peligro invoqué al Señor, / en mi angustia le grité a mi Dios; / desde su templo, Él escuchó mi voz / y mi grito llegó a sus oídos. 
R/.

EVANGELIO DEL DIA

Intentaron apoderarse de Él, pero se les escapó de las manos.

Del Evangelio según san Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”.
Le contestaron los judíos: “No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios”. Jesús les replicó: “¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la Palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de Él, pero se les escapó de las manos. Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a Él y decían: “Juan no hizo ninguna señal prodigiosa; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”. Y muchos creyeron en Él allí.
Palabra del Señor.
 


Reflexión
Anunciar a Dios sin temor
En este “viernes de dolores”, las lecturas nos invitan a contemplar el sufrimiento, la persecución, momentos de “angustia”, cercana ya a la Semana Santa, como aspectos que, por más que queramos, no podemos evitar en nuestra vida. Jeremías es figura de Jesús, y su plegaria bien podría ser la nuestra, cuando nuestros amigos nos abandonan. Nos encontramos ante un “complot”: en la primera lectura contra Jeremías y en el evangelio contra Jesús. Actualmente vivimos situaciones similares contra la Iglesia, contra los miembros del Cuerpo de Cristo, que luchan por la verdad y la justicia.
¿Cómo soportar dicha situación? Las mismas lecturas nos dan la clave: el que todo lo puede, Dios, libró, libra y seguirá librando la vida del discípulo de las manos de los malvados. Porque si hay algo que Dios tiene muy claro es su absoluta predilección por los “pequeños”, los “incomprendidos”, los que no siempre gozan de fama y poder. Son las personas perseguidas por su nítida adhesión a la justicia, esas que tantas veces nos incomodan y cuestionan nuestra forma de vivir, las que gozan de su protección. El Señor está a mi lado… no podrán conmigo, dice el profeta. Hagamos de esta certeza nuestro escudo y protección en la lucha contra el odio, la injusticia y la intolerancia.
Cuando hablo en nombre de Dios ¿digo lo que realmente Él me pide o sólo me preocupa alcanzar la aprobación de los otros?

Oración: Señor Jesús, que fuiste fiel a la misión recibida del Padre, hasta las últimas consecuencias, dame la gracia de perseverar en mi fe. Amén.
Shalom!


No hay comentarios.:

Publicar un comentario