sábado, 23 de febrero de 2019

Domingo 24 de Febrero- Evangelio del Día


Domingo 24 de Febrero del 2019

“ Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo ”




Introducción

El domingo pasado el evangelio proclamaba dichosos, alegres y ¡ay de vosotros! Este domingo Lucas invita a dar un paso más en el acercamiento a Dios, y para ello propone llenar el corazón de verdadera misericordia y mostrarla por medio del perdón a todos aquellos que entren en relación, tanto personal, como social (comunitaria), con nosotros.

Viviendo con humildad la misericordia y la compasión de Dios, habitará la limpieza de actitud capaz de demostrar el verdadero perdón que dimana del corazón de todo seguidor –discípulo- de Cristo.

El auténtico perdón no deja lugar ni a la venganza, ni al rencor. Implica un alma noble donde habite la verdadera misericordia. Esta nobleza va acercando al ser humano al “hombre celestial”, como escribe S. Pablo en la segunda lectura de este domingo.

Si David, a pesar de su carga de hombre pecador, fue capaz de no dejarse embargar por el rencor y la venganza, el seguidor del Señor Jesús, da un paso más en el crecimiento de su discipulado. Perdonar hasta dar la vida, si menester fuera.

Cumplirlo, de palabra y de obra, es lo que a Dios le complace (oración colecta), y que además resonará el próximo domingo en la comparación de los buenos frutos –obras- que dan los buenos árboles.


Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David. David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. Entonces Abisay dijo a David:

—«Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe.»

Pero David replicó: —«¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor.»

David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon.

Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo.

David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó:

—«Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recoger1a. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.»

Palabra de Dios


Salmo Responsorial

Sal 102

R. “El Señor es compasivo y misericordioso”


Bendice, alma mia, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos;
como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles. R.


Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 54-58

Hermanos:

El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Palabra de Dios


Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale ;al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.
Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis, la usarán con vosotros.»


Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy

I. Lectura (1Samuel 26,2.7-9.12-13.22-23): El valor de la fidelidad

En esta primera lectura se narra un episodio muy importante de la vida de David, el gran rey de Israel y Judá, quien en su carrera hacia el reinado quiere respetar al ungido de Dios, hasta entonces, Saúl, y no quiere matarlo en una ocasión propicia cuando mía en el desierto. Es una lectura, con rasgos de leyenda, quiere hablarnos de lo importante que es la magnanimidad y generosidad en la vida; mensaje que de alguna manera nos prepara a escuchar el evangelio de día. No sabemos cómo estas escenas entre Saúl y David han circulado en las tradiciones previas. Es manifiesto que los redactores "deuteronomistas" han querido exaltar la fidelidad de David al ungido de Dios, porque él lo sería un día.

Probablemente hay un cierto "fingimiento" en la actitud de Saúl con respecto a David; en realidad eran más enemigos de lo que podemos pensar. Cada uno tenía su parcela, sus intereses familiares y de tribu y sus hombres de confianza. Pero también podríamos pensar que se quiere "canonizar" al "santo" rey David, quien sería el hombre que les dio una identidad y un futuro a las tribus que hasta entonces no habían tenido unidad. La historia se construye así muchas veces. Pero eso no quiere decir que David no hubiera respetado a Saúl como rey, hasta el momento en que cae en la batalla ante los filisteos (1 Sm 31). No obstante la lección debe ser para nosotros lo importante: hay que ser magnánimos y respetar la vida de todos los hombres

II.a Lectura (1Corintios 15,45-49): Cristo vivificador

Esta lectura es la unidad penúltima de la disertación paulina sobre este misterio de la vida (1Cor 15): no hemos nacido para quedarnos en la tierra, sino para ser seres espirituales, donde la muerte no nos lleve a la nada. Es eso lo que se propone bajo la imagen de los dos Adanes: el de la tierra y el del cielo. Pablo ha querido recurrir al Gn 2,7 para sacar unas consecuencias entre el hombre natural, biológico, genético si cabe, y el hombre espiritual (el de la resurrección). No podríamos aplicar aquí, con rigor, unos esquemas científicos. Porque el hombre natural, la especie humana, creado a imagen de Dios, es y debe ser también espiritual. ¡De esto no debe caber la menor duda! No existe un hombre natural, aunque muchos hagan depender este texto de la expresión anterior: "si hay un cuerpo natural, lo hay también espiritual" (y. 44).

¿Cómo resolver este dilema? El hombre espiritual es el de la resurrección, que en 1Cor 15 es precisamente Cristo. Por tanto, se impone una consecuencia: de Gn 2,7 sale el hombre (Adam) para esta vida, con toda su dignidad, con toda su creaturalidad que no es simplemente la vida biológica de los seres vivientes. Pero no se ha acabado ahí el misterio de ser "imagen de Dios". No llegaremos a ser la imagen plena de Dios sino en la resurrección, como lo Cristo ya resucitado según este texto de 1Cor 15. Dios no habrá acabado su proyecto creador sino por la "recreación" del hombre que superando lo biológico, psíquico y espiritual de este mundo, llega a la plenitud de lo espiritual por la resurrección. Cristo, pues, es la imagen, el modelo y al paradigma de lo que nos espera todos. Hemos sido creados, pues, para la vida eterna y no para la muerte. Cristo es el Adam vivificado por la resurrección y vivificante en cuanto en él seremos todos vivificados. Dios hará nosotros lo que ha hecho en El.

Evangelio (Lucas 6,27-38): Evangelio frente a violencia

El amor a los enemigos y la renuncia a la violencia para hacer justicia es lo que Dios hace día y noche con nosotros. Por eso Dios no tiene enemigos, porque ama sin medida, porque es misericordioso (hace salir el sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos añade Mateo en este caso para ilustrar su comportamiento). La diferencia con Mateo es que Lucas no propone "ser perfectos" (que, en el fondo, tiene un matiz jurídico, propio de la mentalidad demasiado arraigada en preceptos y normas), sino ser misericordiosos: esa es la forma o el talante para amar incluso a los enemigos y renunciar a la venganza, a la violencia, a la impiedad. Ser cristiano, pues, seguidor de Jesús, exige de nosotros no precisamente una heroicidad, como muchas veces se ha planteado; exige de nosotros, como algo radical, ser misericordiosos. Así, pues, la propuesta lucana tiene su propia estrategia: ¿cómo amar a los enemigos? ¿cómo renunciar a la venganza dé quien mi enemigo y me ofende y me hace injusticia? No es cuestión que se imponga porque sí todo esto como precepto. En la pedagogía de Lucas se expresa así: ser cristiano, seguidor de Jesús significa ser capaz de amar incluso a los enemigos, requiere la praxis de "llegar a ser, hacerse, misericordioso, como lo es Dios".

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