sábado, 9 de febrero de 2019

Domingo 10 Febrero-Evangelio del Día


Domingo 10 de Febrero del 2019

“Rema mar adentro y echad las redes para pescar”



Primera lectura

Lectura del Profeta Isaías 6, 1-2a. 3-8

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.

Y vi serafines en pie junto a él.

Y se gritaban uno a otro diciendo:
–¡Santo, santo, santo, el Señor de los Ejércitos,
la tierra está llena de su gloria!

Y temblaban las jambas de las puertas
al clamor de su voz,
y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
–¡Ay de mí, estoy perdido!

Yo, hombre de labios impuros,
que habito en medio de un pueblo de labios impuros,
he visto con mis ojos al Rey y Señor de los Ejércitos.

Y voló hacia mí uno de los serafines,
con un ascua en la mano,
que había cogido del altar con unas tenazas;
la aplicó a mi boca y me dijo:

–Mira: esto ha tocado tus labios,
ha desaparecido tu culpa,
está perdonado tu pecado.

Entonces escuché la voz del Señor, que decía:

–¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?
Contesté:
–Aquí estoy, mándame.

Palabra de Dios


Salmo Responsorial

Sal 137, 1-2a, 2bc-3. 4-5 7c-8

R. “Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor”

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R.

Extiendes tu brazo y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R


Segunda lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 1-11

Hermanos:

Os recuerdo el Evangelio que os proclamé
y que vosotros aceptasteis,
y en el que estáis fundados,
y que os está salvando,
si es que conserváis el Evangelio que os proclamé;
de lo contrario, se ha malogrado nuestra adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto:
que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;
que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras;
que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce;
después se apareció a más de quinientos hermanos juntos,
la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto;
después se le apareció a Santiago,
después a todos los Apóstoles;
por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los Apóstoles,
y no soy digno de llamarme apóstol,
porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy
y su gracia no se ha frustrado en mí.
Antes bien, he trabajado más que todos ellos.
Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.
Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos;
esto es lo que habéis creído.

Palabra de Dios

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

–Rema mar adentro y echad las redes para pescar.
Simón contestó:

–Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:

–Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

–No temas: desde ahora, serás pescador de hombres.
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy

Todos somos llamados a ser profetas y pescadores de hombres

Tres personajes enmarcan las lecturas de este domingo. De un lado Isaías, que tiene una visión de la gloria de Dios. De otro Pedro, que asiste en la pesca milagrosa a una verdadera teofanía de Jesús. En el centro Pablo que se dirige a los cristianos de Corinto. En los dos primeros se da la admiración ante lo que están viendo. En los tres el reconocimiento de su propia indignidad y su condición de pecadores. Apártate de mí, dice Pedro, que soy un pecador. Los tres están unidos por la misión. ¿A quién enviaré? Se escucha decir a Dios en la primera lectura. Los tres llamados, escogidos y enviados para hablar de Dios a los hombres.

Contrasta por un lado la primera lectura de Isaías, en la que se hace presente la gloria de Dios en toda su grandeza. Una experiencia que asusta. Y de otro lado, en el Evangelio, la cercanía de Jesús a todas las gentes que acuden  para escuchar con atención su palabra. Dios ya no se muestra “lejano y terrible” sino cercano y acogedor.

            En el centro de las lecturas de este domingo aparece como mensaje fundamental la fuerza de la Palabra de Dios para cambiar la vida de aquellos que la escuchan, la acogen y la siguen. Esto es bien manifiesto en el evangelio y en la primera lectura profética; pero no lo es menos en el “credo” que Pablo propone a la comunidad de Corinto, recordándoles que si ellos son una comunidad de creyentes, se debe a que han acogido el mensaje, que él, a su vez, había recibido de los testigos de Jesús: que Cristo murió por nosotros y ha resucitado para darnos a todos la vida.

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