MARTES
13 FEBRERO
“¿Y no
acabáis de entender?”
Primera
lectura
Santiago
1,12-18
Queridos hermanos: Dichoso el hombre que
soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida
que el Señor ha prometido a los que lo aman. Cuando alguien se ve tentado, no
diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a
nadie. A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y
seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete,
engendra muerte. Mis queridos hermanos, no os engañéis.
Todo beneficio y todo don perfecto viene de
arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra.
Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que
seamos como la primicia de sus criaturas.
Palabra
de Dios
Meditación
A cada
uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce
Las cartas de Santiago son directas y claras.
Su mensaje lo entendemos todos. En el texto del día de hoy nos encontramos con
una afirmación relevante: Dios no es quien tienta. La tentación, como
inclinación al mal la tenemos en nuestro interior, en nuestros “deseos que
arrastran y seducen”. Que Dios no tienta no siempre ha estado claro. Pensemos
en algunas traducciones del final de “Padre
nuestro” que decían literalmente, “no nos induzcas a la tentación”. Esa
es la traducción literal del texto latino, “ne nos inducas in tentatione”, que
recoge la tal cual la versión italiana, entre otras, del Padre Nuestro. Lo que
viene de Dios es el bien, como nos dice Santiago, nunca el mal. Los seres
humanos somos las primicias, los primeros, los más relevantes, los más queridos
de sus criaturas. Para nosotros quiere el bien. El bien esencial, que no es otro que ser cada vez más y mejor
lo que somos: personas humanas creadas “a su imagen y semejanza”. Un bien que
hemos de buscar a través de las vicisitudes de la vida, que no son siempre
agradables y deseables. Incluso en esas situaciones al mirar a Dios y su
proyecto sobre cada uno de nosotros, que es de salvación, hemos de orientar
esos aspectos del mal en nuestra vida, de modo que se convierta en prueba
superada: “dichoso el hombre que supera la prueba”, dice Santiago.
Evangelio
del día
Lectura
del santo evangelio según san Marcos 8, 14- 21
En aquel tiempo, a los discípulos se les
olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó:
"Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes."
Ellos comentaban: "Lo dice porque no tenemos pan." Dándose cuenta,
les dijo Jesús: "¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de
entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los
oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí
cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?" Ellos contestaron:
"Doce." "¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando
repartí siete entre cuatro mil?" Le respondieron: "Siete." Él
les dijo: "¿Y no acabáis de entender?"
Palabra
de Dios
Reflexión
¿No
acabáis de entender?
El texto evangélico es una lección con
reproche de Jesús a sus apóstoles. Comer hay que comer; pero no sólo eso, lo
importante es que el pan que comamos, esté fermentado con levadura auténtica,
no con la levadura de los fariseos –la hipocresía, el autoengaño interesado-; o
la de Herodes, -la frivolidad, la incapacidad de sacar conclusiones de los
hechos, de “entenderlos”-. ¿Sólo tienen un pan para ellos? ¿Qué pasó cuando
Jesús mandó poner en común y repartió unos pocos peces y panes? La multitud de
seguidores se hartó y sobraron panes.
Esa escasez de pan es superable si se sabe poner en común, el pan y la
insuficiencia de él, el hambre. Es decir: si no se piensa sólo en uno mismo, en
los intereses más inmediatos, si no se cae en la tentación de satisfacer el
deseo inmediato y acuciante, y se mira más allá de uno mismo y del momento. Lo
importante es saber con qué fermentamos nuestra vida, que levadura usamos, para
que tenga sentido, sea realmente humano nuestro vivir, de acuerdo con la visión
del ser humano que Jesús en su evangelio nos presenta. Un ser humano que ha de
ser agradecido a los bienes que recibe de Dios, y dispuesto a compartirlos con
los demás.
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